SOBRE SUS PIES Y LISTO

“Mas Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él…” (1Samuel 18:12).

Satanás envidia y teme más a aquéllos que han estado con Dios en oración y están determinados a ponerse de pie y luchar en la fe. Satanás teme incluso a un pequeño ejército equipado en fe para pelear. El se acobarda ante los que están de pie, listos para resistir. Y porque él le teme a usted, su designio es neutralizar su espíritu combatiente.

El diablo lo hace, al tratar de inundar su mente con pensamientos del mismo infierno, que atacan y distraen, que engendran desconfianza y cuestionamientos acerca del poder de Dios. El le gritará a su mente y a su espíritu: “Ya no tiene sentido seguir luchando. Estás demasiado débil a causa tus luchas personales. Nunca serás un vencedor. Los poderes del infierno son demasiado grandes para vencerlos. Así que puedes relajarte. Ya no necesitas ser tan intenso respecto a la batalla.

¡Todo esto es una distracción! La estrategia completa de Satanás es llevarlo a usted a quitar su mirada de la victoria de la Cruz. Él quiere que usted ponga su mirada en sus debilidades, sus pecados, sus fracasos, y es por ello, que él sube la temperatura de sus problemas y sufrimientos presentes. Él quiere hacerle creer que usted no tiene la suficiente fuerza para continuar. Pero la fuerza de usted no es el punto: ¡La fuerza de Jesús sí lo es!

El hecho es, que todos vamos a estar en una lucha hasta que, o muramos, o Jesús vuelva. Podemos pasar por temporadas de calma, tiempos de sosiego. Pero mientras estemos sobre esta tierra, estamos envueltos en una guerra espiritual. Y simplemente, no existe un final para estas batallas. Por ello Pablo dice que Jesús nos ha dado armas poderosas para la destrucción de fortalezas. Hemos sido equipados con armas que Satanás no puede soportar: la oración, el ayuno y la fe.

El tiempo ha llegado en el que debemos desatascar nuestra mirada de nuestras aflicciones presentes. Debemos quitar nuestros ojos de nuestras pruebas y fijarlos en el Capitán de esta guerra. Jesús tiene las llaves de toda victoria y Él nos ha prometido: “Te he provisto de toda arma necesaria para la batalla. Y estoy listo y dispuesto para darte fuerza en tiempos de debilidad”.