ESPERANDO EN ÉL

El mandato del profeta Samuel al Rey Saúl fue: “…bajarás delante de mí a Gilgal… hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer” (ver 1 Samuel 10:8). ¡La única responsabilidad de Saúl era esperar! Dios quería oír a Saúl decir: “Dios guarda Su palabra, nunca ha caído a tierra ni una sola palabra de la boca de Samuel. Dios dijo que debo esperar instrucciones y esperaré”.

Pero el orgullo opina: “No creo que Dios lo haya dicho en serio. Quizás oí mal”. En lugar de afirmarnos en la Palabra de Dios, comenzamos tratando de descifrar las cosas a nuestra manera. Sobre nuestras camas, de madrugada, decimos: “Señor, así es como veo que esto pueda hacerse”. Es pecado hacer algo lógico y razonable cuando esto no es una palabra clara de dirección de Dios. Si quieres demostrarle algo a Dios, demuestra que esperarás pacientemente a que Él actúe.

“Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho…ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó” (1 Samuel 13:11-14).

Saúl esperó siete días, pero esa espera era inmunda. Él estaba impaciente, molesto, temeroso y caprichoso. Debemos esperar con fe, creyendo que Dios se ocupa de nosotros y nos ama, que Él estará ahí en Su tiempo. Este tema de esperar es tan importante que debemos ver unas Escrituras para demostrarlo.

“Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación” (Isaías 25:9).

“Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera” (Isaías 64:4).