GANANDO A CRISTO

“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8).

Pablo estaba completamente cautivado por su Señor. ¿Por qué sentiría él la necesidad de “ganar” a Cristo? Cristo ya se había revelado a él claramente, y no sólo al apóstol, sino en su vida. Aun así, Pablo se sentía obligado a ganar el corazón y el afecto de Cristo.

El ser completo de Pablo, su ministerio, su vida y su propósito en la vida, estaba enfocado sólo en agradar a su Amo y Señor. Todo lo demás era basura para él, aun las cosas “buenas”.

¿Es esto escritural, preguntará usted, esta idea de ganar el corazón de Jesús? ¿No somos ya, objeto del amor de Dios? De hecho su amor benevolente se extiende a toda la humanidad. Pero hay otro tipo de amor que pocos cristianos alguna vez experimentan. Se trata de un amor afectivo con Cristo, tal como ocurre entre el esposo y la esposa.

Este amor es expresado en el Cantar de los Cantares. En dicho libro, Salomón representa un tipo de Cristo y en un pasaje, el Señor habla de su novia de esta manera:

“Prendiste mi corazón…esposa mía; has apresado mi corazón con uno [mirada] de tus ojos, con una gargantilla de tu cuello. ¡Cuán hermosos son tus amores…esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores!” (Cantares 4:9-10).

La novia de Cristo, consiste en un pueblo santo que anhela agradar tanto a su Señor, y que vive tan obedientemente y tan apartado del resto de cosas, que el corazón de Cristo queda apresado. La palabra apresar, en este pasaje significa “robar mi corazón”. La versión Reina Valera del pasaje anterior dice que el corazón de Cristo es apresado con sólo “uno de tus ojos”. Yo creo que “uno de tus ojos” es la singularidad de una mente enfocada sólo en Cristo.