AQUELLO QUE ES ESPIRITUAL NO PUEDE SER DUPLICADO
Acá en las calles de la ciudad de Nueva York, se puede comprar un reloj Rolex por quince dólares. Como todo neoyorkino lo sabe, estos relojes no son Rolex verdaderos. Son simples “imitaciones”, copias baratas del original.
En estos días, pareciera haber duplicados de casi todo. Pero hay algo que no puede ser duplicado, esto es, la verdadera espiritualidad. Nada que sea verdaderamente espiritual puede ser copiado. El Señor reconoce la obra de sus propias manos y no aceptará ningún duplicado hecho por el hombre de ninguna de sus obras divinas. ¿Por qué? Porque es imposible para el hombre duplicar lo que es espiritual en verdad. Esa es obra exclusiva del Espíritu Santo. Él está constantemente obrando algo nuevo en su pueblo y no hay forma alguna de nosotros reproducir dicha obra.
Este es el gran error de la religión moderna. Pensamos que si impartimos mero conocimiento de las Escrituras y principios bíblicos al pueblo, éstos se volverán espirituales. Pero el hecho es que no existe persona o institución con el poder para producir espiritualidad en alguno. Solamente el Espíritu Santo lo puede hacer.
Una muy pequeña parte de la obra que el Espíritu de Dios hace en nosotros, puede ser vista. Por ello es que el verdadero pueblo espiritual, rara vez busca una evidencia externa de dicha obra. Pablo dice: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven” (2 Corintios 4:18).
En el contexto de este pasaje, Pablo habla de sufrimientos y aflicciones. Está diciendo: “Nadie sabe todas las cosas que enfrentamos, excepto el Espíritu Santo. Y aquí es donde la verdadera espiritualidad se manifiesta, en el crisol del sufrimiento”.
Los que se someten a la guianza del Espíritu de Dios y enfrentan aflicciones, confiados en que el Señor está produciendo algo en ellos, emergen de su crisol con una fuerte fe. Y testifican que el Espíritu les enseñó a ellos más durante el sufrimiento que cuando todo iba bien es sus vidas.
En todos mis años de caminar con el Señor, rara vez he visto un incremento de mi espiritualidad durante los tiempos buenos. Por el contrario, cualquier incremento, usualmente sucedía mientras yo soportaba situaciones difíciles, agonías y pruebas, todo lo cual, el Espíritu Santo permitía.
En un punto de su caminar de fe, Pablo dijo: “El Espíritu Santo me da testimonio diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones” (ver Hechos 20:21-22). De hecho, a través de toda la vida de Pablo, sus aflicciones nunca lo dejaron. Simplemente seguían viniendo.
“Esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17). De acuerdo a Pablo, nuestras aflicciones y dificultades producen valores eternos en nosotros. Él está diciendo: “El sufrimiento que pasamos en esta Tierra, durará probablemente toda nuestra vida. Pero es sólo momentáneo en comparación a la eternidad. Y ahora mismo mientras soportamos aflicciones, Dios está produciendo en nosotros una revelación de su gloria que durará para siempre”.