NOSOTROS RECIBIMOS TODOS LOS BENEFICIOS

¡Dios entregó a Su Hijo, el Hijo dio Su vida, y nosotros recibimos todos los beneficios!

Por consentimiento mutuo, el Padre y el Hijo pactaron guardar y preservar la simiente de Cristo. Esto, para asegurar que nosotros perduráramos hasta el final.

“Él clamará a mí: ‘Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación.’ Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le aseguraré mi misericordia y mi pacto será firme con él. Estableceré su descendencia para siempre y su trono como los días de los cielos. Si dejaran sus hijos mi Ley y no anduvieran en mis juicios, si profanaran mis estatutos y no guardaran mis mandamientos, entonces castigaré con vara su rebelión y con azotes sus maldades. Pero no quitaré de él mi misericordia ni faltaré a mi fidelidad. No olvidaré mi pacto ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre y su trono como el sol delante de mí.” (Salmo 89:26–36).

El Padre hizo este pacto con Su Hijo: “Yo, Jehová, te he llamado en justicia y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo” (Isaías 42:6). Aquí Dios estaba diciendo, “Mi mano siempre estará sonteniendo la tuya, y Tú nunca estarás lejos de mi poder guardador. Yo me comprometo a mantenerte salvo de todas las artimañas del diablo.”

Esta promesa hecha por el Padre, está hoy a nuestra disposición pues el sacrificio del Hijo en la cruz nos ha hecho parte del pacto entre ambos. Dios le prometió a Su Hijo, “Si tú vas, yo te guardaré y preservaré cada uno de tu simiente, así como yo te he guardado y preservado a tí. Yo nunca haré a un lado mi fidelidad para contigo, ni tampoco para con tus hijos.”