¿DÓNDE ESTÁN LOS TIMOTEOS?

Fue a los Cristianos Filipenses que Pablo primero introdujo la verdad, “Haya pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Pablo les escribió este mensaje mientras era prisionero en Roma.

Fue desde una celda de prisión que Pablo declaró tener la mente de Cristo, desechando a un lado su reputación, para llegar a ser un siervo de Jesús y su iglesia. Ahora, él escribió “Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado” (Filipenses 2:19).

Este es el pensar, la manera que trabaja la mente de Cristo. Piense sobre esto: He aquí un pastor, en una celda de prisión, pero él no estaba pensando en su propia comodidad, o en su situación difícil. El estaba preocupado por la condición espiritual y física de su gente. Y él les dijo a sus ovejas, “Mi comodidad vendrá sólo cuando sepa que ustedes están bien, en espíritu y en cuerpo. Así que estoy enviando a Timoteo para que los vea de parte mía.”

Luego Pablo hace esta declaración alarmante: “Pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros” (2:20). ¡Qué declaración tan triste! Mientras Pablo escribía esto, la iglesia que se encontraba alrededor de él en Roma, estaba creciendo y siendo bendecida. Claramente, habían líderes devotos en la iglesia Romana. Pero, Pablo dice, “No tengo ningún hombre que junto conmigo tenga la mente de Cristo”. ¿Por qué era esto? “Por que todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” (2:21). Evidentemente, no había ningún líder en Roma con corazón de siervo – ninguno que hubiera desechado su reputación para llegar a ser un sacrificio vivo. En lugar de eso, cada cual estaba enfocado en perseguir sus propios beneficios. Ninguno tenía la mente de Cristo. Pablo no podía confiar en ninguno para ir a Filipos y ser un verdadero siervo para ese cuerpo de creyentes.

Las palabras de Pablo no pueden ser suavizadas: “Cada cual se ocupa de sí mismo. Estos ministros sólo buscan beneficiarse a sí mismos. Es por eso que aquí no hay ninguno al cual yo pueda confiarle que naturalmente cuide de las necesidades y dolores, excepto por Timoteo”.

Nuestra oración debería de ser: Señor, no quiero estar solamente enfocado en mí mismo en un mundo que gira fuera de control. No quiero estar preocupado de mi futuro. Yo sé que tú sostienes mi camino en tus manos. Por favor Señor, dame tu mente, tu manera de pensar, tus inquietudes. Yo quiero tener el corazón de tus siervos.” Amén.