UN CLAMOR DEL CORAZÓN

Yo creo que el amor misericordioso de Dios se revela respondiendo a un clamor que sale del corazón – no tan sólo un clamor, sino un clamor humilde pidiendo ser librado. La Biblia dice mucho sobre este clamor desde el corazón. “En mi angustia invoqué a Jehová y clamé a mi Dios. Él me oyó desde su Templo y mi clamor llegó hasta sus oídos” (Salmo 18:6).

“Muchas veces los libró, pero ellos se rebelaron contra su consejo y fueron humillados por su maldad. Con todo, él miraba cuando estaban en angustia, y oía su clamor” (Salmo 106:43-44).

¡Usted puede estar seguro que un clamor hacia Dios siempre será contestado con una palabra de sanidad desde el cielo! Nadie es tan malvado o tan desamparado si clama a Dios en humildad. ¡La historia del malvado rey Manasés lo prueba! La Biblia dice que él era uno de los reyes más malvados de Israel. “Pero hizo lo malo ante los ojos de Jehová…Reedificó los lugares altos que su padre Ezequías había derribado, levantó altares a Baal…Adoró además a todo el ejército de los cielos y rindió culto a aquellas cosas…Además, hizo pasar a su hijo por el fuego…fue agorero e instituyó encantadores y adivinos, multiplicando así la maldad de sus hechos ante los ojos de Jehová para provocarlo a ira” (2 Reyes 21: 2-6).

“Manasés hizo extraviar, pues, a Judá y a los habitantes de Jerusalén para que hicieran mayores males que las naciones que Jehová destruyó…Y habló Jehová a Manasés y a su pueblo, pero ellos no escucharon” (2 Crónicas 33:9-10).

¿Hay esperanza para alguien que se aleja tanto de Dios, y está tan poseído por la maldad y las tinieblas? ¡Sí!, si esa persona se humilla, y confiesa y cree en la victoria de Cristo en la cruz. Manasés terminó siendo prisionero en una nación extranjera, atado con cadenas. Qué cuadro tan vívido de la paga del pecado. Pero en su angustia, él clamó y Dios lo escuchó, lo perdonó, y lo restauró.

“Pero cuando se vio en angustia, oró a Jehová, su Dios, y se humilló profundamente en la presencia del Dios de sus padres. Oró a él y fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo hizo retornar a su reino en Jerusalén. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios” (2 Crónicas 33:12-13).

“Asimismo quitó los dioses extranjeros, el ídolo de la casa de Jehová y todos los altares que había edificado en el monte de la casa de Jehová y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad” (vs. 15).

¡La palabra de esperanza, perdón, misericordia, amor y restauración es para usted! ¡Hágale caso a la Palabra de Dios, arrepiéntase y entonces sea liberado y camine con el Señor! No hay pecado que no pueda ser perdonado – nadie está tan lejos que no pueda ser sanado y restaurado.