TÓRTOLAS

Dios me ha guardado en mis luchas, mostrándome cuál era la esperanza secreta del Rey David. David, lamentándose y quejándose, se preguntaba por qué Dios estaba enojado con él. Él clamó a Dios para que “extienda su mano y destruya al enemigo” (ver Salmo 74:11). Le parecía a David que los enemigos de Dios estaban tomando el control, y en su desesperación él oró, “¡No entregues a las fieras el alma de tu tórtola!” (Salmo 74:19).

Al igual que David, comenzamos a vernos como pequeñas tórtolas, rodeados por las trampas de los impíos. Pude animarme, durante mis momentos más difíciles, viéndome como un ave amada por mi Señor, la cual descansaba en sus promesas de mantenerme fuera de las trampas de los impíos. Como una tórtola, anhelamos la presencia de nuestro amado Salvador.

Yo me imagino a Cristo viniendo hacia mí en la forma de una paloma – su Espíritu Santo – revelándome su amor constante y su cuidado continuo de mí. Cuán indescriptible es que un Dios tan grande y majestuoso condescienda a relacionarse a mis necesidades en la forma de una paloma. ¿Pero acaso no descendió él sobre Cristo en las aguas bautismales como una paloma?

Hijo amado de Dios, ¿está usted atravesando tiempos difíciles? ¿Hay sufrimiento en su hogar? ¿Está usted con dolor? ¿Está usted confundido a veces por la severidad de todo lo que sucede? Recuerde, usted es la pequeña tórtola de Dios, y él nunca lo entregará a las manos del maligno. Él lo librará de cada una de las trampas del enemigo, y le mostrará a usted cuán leal es él para ayudarlo en la hora que lo necesite. Él está ahí junto a usted, en todo momento, como una paloma, susurrando, compartiendo su amor con usted.

Salomón al hablar de Cristo dijo, “Sus ojos, palomas que junto a arroyos de aguas se bañan en leche, están a la perfección colocados” (Cantares 5:12). Y sobre la iglesia, la amada del Señor, está escrito, “Mas única y perfecta es la paloma mía…” (Cantares 6:9). Somos uno en Cristo – su paloma – una tórtola.

El gorrión cae al suelo, pero no la tórtola. Él la guarda en el hueco de su mano, protegida y segura en su amor. Lo mejor de todo, el Señor nos librará de nuestros problemas y comprobaremos su eterna fidelidad hacia nosotros. Podremos atravesar todo regocijándonos y en completo descanso y confianza en Su poder y amor.