¡NUESTRA ÚNICA COMIDA!

Es verdad – somos lo que comemos. Jesús dijo que su carne es nuestra comida, alimento. “Si no coméis la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Juan 6:53).

“Dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” (vs. 60). Los judíos no podían comprender tal pensamiento, y “desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él” (vs. 66).

Aquellos que asocian esta comida del Señor sólo con el partimiento del pan en la mesa de comunión, no entienden lo que Jesús quiso decir. La Cena del Señor no es sólo simbólica; en lugar de eso, es para recordarnos que él es ahora nuestra fuente de vida a través de la muerte. Debemos de venir a menudo, diariamente, a comer y a beber de él. Mientras más comamos de él, más vida espiritual será demostrada en nosotros. Tenemos una invitación abierta a venir a su mesa, comer, y ser fuertes. Participar de Cristo es alimentarse de la Palabra de Dios y tener comunión con él en la oración de fe.

Cuando las ovejas no son alimentadas, se debilitan y se vuelven esqueletos, llegando a ser presa fácil para el enemigo. Pero, veo que en la tierra se levanta un ministerio remanente compuesto de siervos y doncellas que están llegando a familiarizarse con el corazón del Señor. El Espíritu los ha ungido para levantar un pueblo que busca a Dios, y que irá con ellos hacia la plenitud de Cristo. Son pocos en números, pero están aumentando. ¡Ellos no tienen otra fuente de vida! La vida en ellos esta rebalsando porque han estado con frecuencia en la presencia de Dios.

¡Dios ha provisto una manera para hacer que cada uno de sus hijos sea fuerte para resistir al enemigo! Esta fortaleza viene de comer el Pan de Dios que bajó del cielo. Nuestra salud y fortaleza espiritual dependen de esto. Escuche cuidadosamente las palabras de Jesús: “…yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí” (Juan 6:57). ¡Jesús estaba en tal unión con el Padre, tan comprometido a hacer sólo su voluntad, que las palabras del Padre eran su propia comida y bebida! Su sustento diario era escuchar y ver lo que el Padre quería, y esto era el resultado de pasar mucho tiempo a solas con él.

Jesús una vez dijo a sus discípulos, “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis…Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra” (Juan 4:32, 34). Jesús después dijo, “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre” (Juan 6:27).

¡No podemos descuidar este secreto de obtener fortaleza! Así como Cristo vivió por el Padre, así debemos recibir nuestra vida alimentándonos de él. Apártese a solas con el Señor y pase tiempo de calidad en su presencia. Él quiere alimentarle su alma hambrienta y guiarlo en estos tiempos difíciles. Dios siempre manifestará su presencia cuando usted lo busca con todo su corazón.