CALEB

Caleb, cuyo nombre significa valor, determinación, ¡tipifica a la persona que se aferra al Señor! Caleb era inseparable de Josué, representando así al que continuamente camina con el Señor haciendo caso omiso de las distracciones de la vida.

Caleb había acompañado a los espías al otro lado del Jordán, cuando el Espíritu Santo lo dirigió hacia Hebrón – “el lugar de muerte.” Abraham y Sarah estaban enterrados allí, como también Isaac y Jacob y los patriarcas, y años más tarde, el reino de David comenzaría allí. Con asombro Caleb escaló esa sagrada montaña y la fe inundó su alma. Él valoró ese santificado lugar, y desde ese momento en adelante, él quiso que Hebrón fuese su posesión.

Se nos dice de Caleb que él “decidió ir detrás de Dios” (Números 14:24). Él nunca desmayó hasta el final, y a sus ochenta y cinco años de edad él podía testificar: “Todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió. Cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para combatir, para salir y para entrar” (Josué 14:11).

¡En su vejez Caleb peleó su mayor batalla! “Dame, pues, ahora este monte [Hebrón]...” (14:12). “Josué entonces lo bendijo y dio a Caleb…a Hebrón por heredad” (14:13). “Por tanto, Hebrón vino a ser heredad de Caleb…por cuanto se había mantenido fiel a Jehová, Dios de Israel” (14:14).

Este mensaje es glorioso: No es suficiente el haber muerto al pecado – o haber entrado a la plenitud alguna vez en el pasado. ¡Lo que se necesita es crecer en el Señor hasta el final! Es mantener el poder espiritual y la fuerza sin desmayar. ¡Es “decidir seguir a Dios” aún en la vejez!

Hebrón – la heredad de Caleb – significa ¡una compañía asociada! ¿Asociada con qué? ¡Con la muerte! No sólo la muerte al pecado en el Jordán, sino vivir en un lugar de muerte. ¡Vivir con aquellos asociados con la muerte y resurrección de Jesucristo! “Dame, pues, ahora ese monte” había orado Caleb. En otras palabras, “¡Dame este caminar de muerte a mi ‘yo’!” Fue aquí que Abraham había edificado un altar para sacrificar a su hijo, y era aquí que Caleb y su tribu vivirían, constantemente asociados con ese altar de un sacrificio vivo.

El seguir al Señor con todo su corazón produjo un fuego santo por Dios en los hijos de Caleb. ¡Mientras los hijos de las dos tribus y media se apartaron y abrazaron al mundo y su idolatría, la familia de Caleb creció fuerte en el Señor!

El deseo de Dios para todos nosotros es que entremos a un lugar de descanso, gozo y paz en el Espíritu Santo. Eso requiere seguirlo a él, “con todo tu corazón…y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30).