¡NUNCA TE RINDAS!

En Apocalipsis, Cristo se refiere a Sí mismo como “EL QUE ABRE Y CIERRA [PUERTAS]” (ver Apocalipsis 3:7). Esto fue en una carta enviada a los creyentes de la antigua Filadelfia, una iglesia a la que el Señor alabó por guardar la palabra de Su paciencia y por nunca negar Su nombre. Para ponerlo simplemente, en sus momentos de mayor prueba, estas personas permanecieron fieles en la Palabra de Dios. Ellos no acusaron al Señor de descuidarlos ni de tener oído sordo a sus clamores.
Evidentemente, Satanás vino a ellos con mentiras. Sus principados y potestades de las tinieblas, espíritus engañadores salidos de las mismas entrañas del infierno, dicen que Dios ha cerrado todas las puertas, que Él no es merecedor de adoración ni de fe. Pero estos creyentes, de los cuales Jesús dijo que tenían poca fuerza, siguieron confiando, esperando pacientemente a que Dios ponga la llave en la puerta para abrirla. Él tiene la llave para cada puerta cerrada; y sólo Él pone delante de nosotros puertas abiertas.
Esto es lo que el Señor les prometió a ellos y es también nuestra promesa:
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (3:10).
Pero tú, porque todavía confías en Sus promesas y estás dispuesto a morir en la fe, aún si no ves las promesas cumplidas; tú, serás guardado de esta tentación de caer en incredulidad, que vendrá a lo largo de todo el mundo. Dios ha escuchado tu clamor y Él sabe el tiempo, la misma hora en que abrirá todas las puertas. Así que nunca te rindas. Nunca dudes. Permanece firme en Sus promesas. ¡Él no te fallará!