LA LLUVIA DEL ESPIRITU SANTO

No importa qué tipo de manifestaciones usted pueda observar en lo que se conoce como avivamiento. ¡Un mover de Dios será verdadero a menos de que este se encuentre enfocado en la cosecha! La lluvia del Espíritu Santo siempre cae para producir el rescate de almas perdidas.

Dios derramó su Espíritu en el Pentecostés para preparar la tierra y suavizarla con el objeto de que la semilla del evangelio fuera plantada. Creyentes llenos del Espíritu fueron enviados desde el aposento alto a todo el mundo para que hicieran discípulos de Cristo Jesús.

La iglesia ha visto casi 2,000 años de siembra y crecimiento, y hoy, ¡es tiempo de cosecha! Todos aquellos que han muerto en Cristo hoy representan los primeros frutos de la primer cosecha. ¡Jesús no ha regresado aún porque Él ha estado esperando pacientemente por su última y poderosa cosecha!

“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.” (Santiago 5:7).

En la primera parte del siglo pasado, el “Movimiento de la Lluvia tardía” inició en Canadá. Tuvo una duración de cuarenta o cincuenta años. Hoy, solamente pocas iglesias de la “Lluvia tardía” permanecen, aunque aquellas que formaron parte de este movimiento estaban convencidas de que estaban experimentando el derramamiento maravilloso y final del Espíritu. Muchos dijeron, “¡Este es! ¡ Estamos viendo pasar lo que dice Zacarías 12:10!” Pero el movimiento se disipó y otros más han venido y se han desvanecido igualmente. ¿Por qué? ¡Porque éstos no estaban enfocados en la cosecha!

Muchos de los llamados movimientos del Espíritu Santo han desaparecido rápidamente porque estaban centrados en el hombre - ¡enfocados en los dones, en la superación personal, en alcanzar la felicidad individual, y no en alcanzar a las almas perdidas y moribundas en este mundo!

Jesús relacionó a la cosecha con las almas perdidas al decir, “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” (Mateo 9:38).

Cualquier verdadero derramamiento del Espíritu Santo se enfocará en esta oración hecha por Jesús. Los pocos avivamientos considerados genuinos fueron bendecidos con grandes cosechas de almas.