UN LLAMADO A DESPERTAR PARA LA IGLESIA
¿Cómo va a suceder este último avivamiento? Requiere de algo poderoso, algo que sacuda al mundo para apresurarlo. Isaías nos dice que este sacudir sucederá en un día. En el capítulo 47, Él dice que el espíritu de Babilonia debe ser tratado. A través de las Escrituras, Babilonia siempre representó un espíritu de prosperidad, comodidad y placer y el espíritu babilónico es el mismo en cada edad.
En resumen, Isaías dice que no puede haber ningún esparcimiento de avivamiento en los últimos días hasta que el espíritu de avaricia y falsa seguridad sea derribado. Podemos orar por avivamiento, podemos clamar a Dios que derrame Su Espíritu, pero es imposible a menos que el Señor primero sacuda todas las cosas: “Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más…Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti” (Isaías 47:8,11, itálicas mías).
Dios no va a pasar por alto el pecado, sino que fulminará las fortalezas del diablo. Él va a sonar un llamado de despertar a Su iglesia con una “destrucción repentina”. Ciertamente, este será un gran acto de amor de parte del Señor. El ama tanto a Su iglesia que se niega a permitir que la comodidad, el placer y la apostasía cieguen y arruinen el objeto de Su amor.
“Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová” (Isaías 26:10). Esta es la prueba de que el avivamiento es imposible en tiempo de comodidad y prosperidad. Isaías dice en términos claros: “En tiempos de bendición, el pueblo no se volverá” Nada va a suceder hasta que la cartera sea afectada. Solo cuando “hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia” (Isaías 26:9).
En resumen, Isaías dice que no puede haber ningún esparcimiento de avivamiento en los últimos días hasta que el espíritu de avaricia y falsa seguridad sea derribado. Podemos orar por avivamiento, podemos clamar a Dios que derrame Su Espíritu, pero es imposible a menos que el Señor primero sacuda todas las cosas: “Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más…Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti” (Isaías 47:8,11, itálicas mías).
Dios no va a pasar por alto el pecado, sino que fulminará las fortalezas del diablo. Él va a sonar un llamado de despertar a Su iglesia con una “destrucción repentina”. Ciertamente, este será un gran acto de amor de parte del Señor. El ama tanto a Su iglesia que se niega a permitir que la comodidad, el placer y la apostasía cieguen y arruinen el objeto de Su amor.
“Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová” (Isaías 26:10). Esta es la prueba de que el avivamiento es imposible en tiempo de comodidad y prosperidad. Isaías dice en términos claros: “En tiempos de bendición, el pueblo no se volverá” Nada va a suceder hasta que la cartera sea afectada. Solo cuando “hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia” (Isaías 26:9).