LA PROFECIA DE MIQUEAS
Miqueas fue un profeta que vio a la iglesia a través de los ojos de Dios, ¡y causó a su alma lloro y lamento! Estaba viendo en el Espíritu lo que Dios veía: los pecados graves y horribles del pueblo, de los pastores y líderes. ¡Vio idolatría! Una iglesia ramera tomando el salario de una ramera.
“Por esto lamentaré y aullaré, y andaré despojado y desnudo… Porque su llaga es dolorosa, y llegó hasta Judá; llegó hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.”(Miqueas 1:8-9)
Escucha el lamento de Miqueas: “…De parte de Jehová el mal había descendido hasta la puerta de Jerusalén… porque en vosotros se hallaron las rebeliones de Israel.”(Miqueas 1:12-13)
Miqueas vio una enfermedad incurable entre el pueblo de Dios y un juicio ineludible. Mira a lo que Dios llama rebelión y observa la causa de su controversia con ellos:
¡Pero escucha la respuesta de Miqueas! “No profeticéis, dicen a los que profetizan; no les profeticen, porque no les alcanzará vergüenza.” (Miqueas 2:6) En otras palabras, si este mensaje no se predica, nunca se deshará el reproche de este lugar. “¿No hacen mis palabras bien al que camina rectamente?” (Miqueas 2:7).
“Por esto lamentaré y aullaré, y andaré despojado y desnudo… Porque su llaga es dolorosa, y llegó hasta Judá; llegó hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.”(Miqueas 1:8-9)
Escucha el lamento de Miqueas: “…De parte de Jehová el mal había descendido hasta la puerta de Jerusalén… porque en vosotros se hallaron las rebeliones de Israel.”(Miqueas 1:12-13)
Miqueas vio una enfermedad incurable entre el pueblo de Dios y un juicio ineludible. Mira a lo que Dios llama rebelión y observa la causa de su controversia con ellos:
- Un nuevo esquema de codicia urdido por sirvientes mercenarios de Dios, que tiene que ver con ganancia de dinero, propiedad y éxito.
- El énfasis en uno mismo: “¡Ay de los que…maquinan el mal…porque tienen en su mano el poder! Codician las heredades…y casas, y las toman; oprimen a [mi pueblo]” (Miqueas 2:1-2).
- Rechazo de las advertencias del profeta y decir a la gente que la predicación de juicio no es de Dios, ¡que es contrario a Su carácter! “No profeticéis… ¿se ha acortado el Espíritu de Jehová?” (Miqueas 2:6-7).
¡Pero escucha la respuesta de Miqueas! “No profeticéis, dicen a los que profetizan; no les profeticen, porque no les alcanzará vergüenza.” (Miqueas 2:6) En otras palabras, si este mensaje no se predica, nunca se deshará el reproche de este lugar. “¿No hacen mis palabras bien al que camina rectamente?” (Miqueas 2:7).