¡RECIBIMOS AL ESPÍRITU SANTO POR FE!
“Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gálatas 3:2). ¡Santos, éste mensaje debería encender su fe, y por fe deberían de apropiarse de las grandes promesas de Dios! “Pero pida con fe, no dudando nada; por que el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:6-7).
¿Le ha pedido usted a Dios este regalo? ¿Está usted buscando al Espíritu Santo? ¿Está usted continuamente llamando? “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13).
¡Simplemente pide y lo recibirás! ¡Busca que tu Padre celestial te dé el bautizo con el Espíritu Santo, y él te lo dará!
Enfrentamos a un diablo enojado que está suelto en el mundo hoy día. El está desatando todo el poder a su mando, y legiones de poderes malignos están apertrechadas para el conflicto final con el cielo. Pero Satanás no puede hacerle frente a un hijo de Dios que es justo, lleno del Espíritu Santo y que camina en fe y obediencia. Muéstrenme un creyente verdaderamente poseído por el Espíritu Santo, y yo les mostraré que él puede hacer huir a las legiones del infierno.
¡Dios, envía al Espíritu Santo! ¡Cae sobre nosotros! ¡Bautízanos grandemente! ¡Y envíanos contra las fortalezas satánicas con una fe inflexible de que el Espíritu Santo prevalecerá en nuestro día!
El Apóstol Pablo dice, “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16). El también dijo, “Si vivimos por el Espíritu, andemos también en el Espíritu” (5:25).
Como Cristianos, hemos escuchado esta frase toda nuestra vida: “Andad en el Espíritu”. Muchos creyentes me dicen que andan en el Espíritu – pero no me pueden decir lo que esto verdaderamente significa. Ahora, déjeme preguntarle a usted: ¿Anda y camina usted en el Espíritu? ¿Y qué significa eso para usted?
Yo creo que “andar en el Espíritu” puede definirse en una frase: Andar en el Espíritu es simplemente permitir al Espíritu Santo que haga en nosotros lo que Dios lo mandó a hacer.
Yo no creo que usted pueda permitirle a él hacer ese trabajo hasta que usted entienda por qué Dios envió al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo ha sido enviado a nosotros por el Padre para lograr un (y solamente un) propósito eterno. A no ser que entendamos su misión y trabajo en nosotros, cometeremos uno de dos errores: Uno, estaremos satisfechos con una pequeña porción de su trabajo – como ser unos cuantos de sus dones espirituales – pensando erróneamente que esto es todo lo que hay de él, y perdiéndonos el gran trabajo de su propósito eterno en nuestras vidas. O, dos, apagaremos al Espíritu dentro de nosotros ignorándolo completamente, creyendo que él es misterioso y que su presencia es algo que debemos tomar por fe y nunca entenderla.
El Espíritu Santo ha venido a vivir en usted y en mí para sellar, santificar, otorgar poder y prepararnos – ¡él ha sido enviado a este mundo para preparar una novia que se casará con Cristo!
Un tipo de esta relación entre los creyentes y el Espíritu Santo lo encontramos en el Antiguo Testamento en Génesis 24. Abraham envió a Eliezer el criado más viejo de su casa, para que encontrase una novia para su hijo Isaac. El nombre de Eliezer significa “”poderoso, divino ayudador” – un tipo del Espíritu santo. Con la misma seguridad que este poderoso ayudador volvió con Rebeca para presentarla como una novia para Isaac, de igual manera el Espíritu Santo no fallará en traer una novia para nuestro Señor Jesucristo.
Dios escogió a Rebeca como novia para Isaac – y el Señor guió a Eliezer directo hacia ella. Toda la misión y todo el propósito del sirviente estaban enfocados en una sola cosa: traer a Rebeca para Isaac – para hacerla que dejara todo lo que tenía, que se enamore de Isaac y se case con él. Los padres de Rebeca le dijeron a Eliezer, “De Jehová ha salido esto…tómala y vete, y sea mujer del hijo de tu señor” (Génesis 24:50-51).
¡Y, así es con usted y conmigo! Dios nos eligió para ser su novia. Nuestra salvación – el haber sido escogidos para Cristo – fue del Señor. El envió al Espíritu Santo a guiarnos hacia Jesús – ¡y si confiamos en él, el Espíritu nos llevará salvos a casa para ser la novia eterna de Cristo!
¿Le ha pedido usted a Dios este regalo? ¿Está usted buscando al Espíritu Santo? ¿Está usted continuamente llamando? “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13).
¡Simplemente pide y lo recibirás! ¡Busca que tu Padre celestial te dé el bautizo con el Espíritu Santo, y él te lo dará!
Enfrentamos a un diablo enojado que está suelto en el mundo hoy día. El está desatando todo el poder a su mando, y legiones de poderes malignos están apertrechadas para el conflicto final con el cielo. Pero Satanás no puede hacerle frente a un hijo de Dios que es justo, lleno del Espíritu Santo y que camina en fe y obediencia. Muéstrenme un creyente verdaderamente poseído por el Espíritu Santo, y yo les mostraré que él puede hacer huir a las legiones del infierno.
¡Dios, envía al Espíritu Santo! ¡Cae sobre nosotros! ¡Bautízanos grandemente! ¡Y envíanos contra las fortalezas satánicas con una fe inflexible de que el Espíritu Santo prevalecerá en nuestro día!
El Apóstol Pablo dice, “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16). El también dijo, “Si vivimos por el Espíritu, andemos también en el Espíritu” (5:25).
Como Cristianos, hemos escuchado esta frase toda nuestra vida: “Andad en el Espíritu”. Muchos creyentes me dicen que andan en el Espíritu – pero no me pueden decir lo que esto verdaderamente significa. Ahora, déjeme preguntarle a usted: ¿Anda y camina usted en el Espíritu? ¿Y qué significa eso para usted?
Yo creo que “andar en el Espíritu” puede definirse en una frase: Andar en el Espíritu es simplemente permitir al Espíritu Santo que haga en nosotros lo que Dios lo mandó a hacer.
Yo no creo que usted pueda permitirle a él hacer ese trabajo hasta que usted entienda por qué Dios envió al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo ha sido enviado a nosotros por el Padre para lograr un (y solamente un) propósito eterno. A no ser que entendamos su misión y trabajo en nosotros, cometeremos uno de dos errores: Uno, estaremos satisfechos con una pequeña porción de su trabajo – como ser unos cuantos de sus dones espirituales – pensando erróneamente que esto es todo lo que hay de él, y perdiéndonos el gran trabajo de su propósito eterno en nuestras vidas. O, dos, apagaremos al Espíritu dentro de nosotros ignorándolo completamente, creyendo que él es misterioso y que su presencia es algo que debemos tomar por fe y nunca entenderla.
El Espíritu Santo ha venido a vivir en usted y en mí para sellar, santificar, otorgar poder y prepararnos – ¡él ha sido enviado a este mundo para preparar una novia que se casará con Cristo!
Un tipo de esta relación entre los creyentes y el Espíritu Santo lo encontramos en el Antiguo Testamento en Génesis 24. Abraham envió a Eliezer el criado más viejo de su casa, para que encontrase una novia para su hijo Isaac. El nombre de Eliezer significa “”poderoso, divino ayudador” – un tipo del Espíritu santo. Con la misma seguridad que este poderoso ayudador volvió con Rebeca para presentarla como una novia para Isaac, de igual manera el Espíritu Santo no fallará en traer una novia para nuestro Señor Jesucristo.
Dios escogió a Rebeca como novia para Isaac – y el Señor guió a Eliezer directo hacia ella. Toda la misión y todo el propósito del sirviente estaban enfocados en una sola cosa: traer a Rebeca para Isaac – para hacerla que dejara todo lo que tenía, que se enamore de Isaac y se case con él. Los padres de Rebeca le dijeron a Eliezer, “De Jehová ha salido esto…tómala y vete, y sea mujer del hijo de tu señor” (Génesis 24:50-51).
¡Y, así es con usted y conmigo! Dios nos eligió para ser su novia. Nuestra salvación – el haber sido escogidos para Cristo – fue del Señor. El envió al Espíritu Santo a guiarnos hacia Jesús – ¡y si confiamos en él, el Espíritu nos llevará salvos a casa para ser la novia eterna de Cristo!