¡DIOS LO AMA!
El Padre lo ama a usted – es en este punto que multitud de creyentes le fallan a Dios. Ellos están dispuestos a ser convencidos de sus pecados y sus fallas, una y otra vez. Pero ellos no permitirán al Espíritu Santo que los inunde con el amor del Padre.
El legalista ama vivir bajo convicción. El nunca ha entendido el amor de Dios ni ha permitido que el Espíritu Santo ministre amor a su alma.
Nosotros en la Iglesia Times Square hemos enseñado que la persona justa, un verdadero amante de Jesús, ama el reproche. El aprende a permitir que el Espíritu Santo le exponga todas sus áreas escondidas de pecado e incredulidad – por que mientras más trata él con el pecado, más feliz y libre llega a ser.
Pero, la actitud que yo veo en muchos Cristianos es: “¡Sigue juzgándome Señor – convénceme de pecado, repréndeme!” Esto no es lo mismo que una verdadera convicción. Por ejemplo, yo veo esto en muchas de las respuestas que recibimos a los mensajes de nuestros boletines. Cuando escribo un mensaje que truena con juicio, recibo innumerables respuestas de aprobación.
Pero cuando yo comparto sobre la dulzura del amor de Jesús, recibo cartas que dicen, “¡Usted no está predicando la verdad!” Es como si esas personas estuviesen diciendo, “Si usted no está reprendiendo, ¡entonces lo que está hablando no puede ser el evangelio!”. Estos creyentes nunca han entrado en el gran amor-misión del Espíritu Santo.
¡Esta es un área donde usted debe aprender a caminar en el Espíritu – y no por sentimientos! Andar en el Espíritu significa permitir que El Espíritu Santo haga en nosotros lo que él fue mandado a hacer. ¡Y eso significa permitirle a él que inunde su corazón ahora mismo con el amor de Dios! “Por que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).
Isaías dijo, “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo” (Isaías 66:13). Isaías estaba escribiendo a gente terca del pueblo de Dios que “siguió [rebelde] por el camino de [su] corazón” (Isaías 57:17).
Dígame usted - ¿Cuánto tiempo continuará un maestro con un alumno obstinado, terco que rehúsa hacer caso de los consejos? ¡No mucho tiempo! Pero el profeta Isaías toma una de las imágenes más sublimes entre los hombres – aquella del amor de una madre por su hijo – y nos muestra algo del amor que tiene nuestro Padre por nosotros.
Una madre en nuestra iglesia viaja todo un día para ir a visitar a su hijo que está en una prisión. Ella sube a un bus y viaja por horas, sólo para verlo unos momentos. Esa madre mirará a su hijo en ese uniforme gris y verá la agonía en sus ojos – y cada viaje, ella morirá un poco más por dentro. Pero ella nunca lo abandona. ¡El es su hijo!
¡Esa es la clase de amor que el Espíritu Santo quiere que usted conozca que Dios tiene por usted! El nos consuela diciéndonos, “Tú dijiste una vez que le entregabas todo a Jesús. Le diste tu amor, y él todavía te ama. Y ahora, yo tampoco te dejaré ir. ¡Yo he sido enviado por él para hacer un trabajo – y continuaré haciéndolo!”
No hay ningún consuelo en esta tierra que sea verdadero, excepto el consuelo del Espíritu Santo. Por eso es que usted necesita que el Espíritu Santo more en usted. Sólo él puede acostarlo por las noches, en una cama tibia, y llenar su corazón con una paz perfecta. Sólo él puede consolarlo en tiempos de dolor y pena. El es aquél que le asegura, “Este consuelo no es sólo temporal – ¡es eterno!”
El legalista ama vivir bajo convicción. El nunca ha entendido el amor de Dios ni ha permitido que el Espíritu Santo ministre amor a su alma.
Nosotros en la Iglesia Times Square hemos enseñado que la persona justa, un verdadero amante de Jesús, ama el reproche. El aprende a permitir que el Espíritu Santo le exponga todas sus áreas escondidas de pecado e incredulidad – por que mientras más trata él con el pecado, más feliz y libre llega a ser.
Pero, la actitud que yo veo en muchos Cristianos es: “¡Sigue juzgándome Señor – convénceme de pecado, repréndeme!” Esto no es lo mismo que una verdadera convicción. Por ejemplo, yo veo esto en muchas de las respuestas que recibimos a los mensajes de nuestros boletines. Cuando escribo un mensaje que truena con juicio, recibo innumerables respuestas de aprobación.
Pero cuando yo comparto sobre la dulzura del amor de Jesús, recibo cartas que dicen, “¡Usted no está predicando la verdad!” Es como si esas personas estuviesen diciendo, “Si usted no está reprendiendo, ¡entonces lo que está hablando no puede ser el evangelio!”. Estos creyentes nunca han entrado en el gran amor-misión del Espíritu Santo.
¡Esta es un área donde usted debe aprender a caminar en el Espíritu – y no por sentimientos! Andar en el Espíritu significa permitir que El Espíritu Santo haga en nosotros lo que él fue mandado a hacer. ¡Y eso significa permitirle a él que inunde su corazón ahora mismo con el amor de Dios! “Por que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).
Isaías dijo, “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo” (Isaías 66:13). Isaías estaba escribiendo a gente terca del pueblo de Dios que “siguió [rebelde] por el camino de [su] corazón” (Isaías 57:17).
Dígame usted - ¿Cuánto tiempo continuará un maestro con un alumno obstinado, terco que rehúsa hacer caso de los consejos? ¡No mucho tiempo! Pero el profeta Isaías toma una de las imágenes más sublimes entre los hombres – aquella del amor de una madre por su hijo – y nos muestra algo del amor que tiene nuestro Padre por nosotros.
Una madre en nuestra iglesia viaja todo un día para ir a visitar a su hijo que está en una prisión. Ella sube a un bus y viaja por horas, sólo para verlo unos momentos. Esa madre mirará a su hijo en ese uniforme gris y verá la agonía en sus ojos – y cada viaje, ella morirá un poco más por dentro. Pero ella nunca lo abandona. ¡El es su hijo!
¡Esa es la clase de amor que el Espíritu Santo quiere que usted conozca que Dios tiene por usted! El nos consuela diciéndonos, “Tú dijiste una vez que le entregabas todo a Jesús. Le diste tu amor, y él todavía te ama. Y ahora, yo tampoco te dejaré ir. ¡Yo he sido enviado por él para hacer un trabajo – y continuaré haciéndolo!”
No hay ningún consuelo en esta tierra que sea verdadero, excepto el consuelo del Espíritu Santo. Por eso es que usted necesita que el Espíritu Santo more en usted. Sólo él puede acostarlo por las noches, en una cama tibia, y llenar su corazón con una paz perfecta. Sólo él puede consolarlo en tiempos de dolor y pena. El es aquél que le asegura, “Este consuelo no es sólo temporal – ¡es eterno!”