COMPLETAMENTE DEPENDIENTE DE ÉL

Dios siempre ha querido un pueblo que caminase completamente dependiente de él ante los ojos del mundo. Por eso, él tomó la insignificante y pequeña nación de Israel y la aisló en un desierto. Él los estaba colocando en una escuela de pruebas, para producir un pueblo que confiaría en él, en cualquier circunstancia que fuese. Él quería que Israel pudiese testificar, “Puedo pasar por cualquier prueba, cualquier dificultad, aún aquellas más allá de mis habilidades. ¿Cómo? Yo sé que mi Dios está conmigo en cada prueba. Él me sacará al otro lado.”

Considere la declaración de Moisés a Israel: “[Dios] te afligió, te hizo pasar hambre”. Dios les estaba diciendo, “Yo orquesté vuestra prueba. No fue el diablo. Yo poseo todo el pan y carne que puedan necesitar en todo momento. Y yo estaba listo para enviároslos del cielo en cualquier minuto. Estaba todo almacenado, esperando a que lo recibierais. Pero lo guardé por un tiempo. E hice esto por una época. Yo estaba esperando que llegasen al final de vuestra dependencia en vosotros mismos. Yo quería traeros a un punto de crisis, donde sólo yo podría libraros. Yo permití que experimentaran el final de vuestro ingenio, un lugar de impotencia. Y que se requería de un milagro para que os liberase.”

Hoy día el Señor todavía sigue buscando personas que dependan completamente de él. Él quiere una iglesia que testifique tanto en palabras como en acciones que Dios es todopoderoso para ellos. Él quiere que un mundo perdido vea que él trabaja poderosamente para aquellos que lo aman.

Job declaró, “Él conoce mi camino: si me prueba, saldré como el oro” (Job 23:10). Aquí está una declaración increíble, especialmente cuando consideramos el contexto en el cual Job lo dijo.

Job sufrió una de las peores pruebas que un ser humano pudiera pasar. Perdió a todos sus hijos en un accidente, y luego perdió su riqueza y posesiones. Finalmente, él perdió su salud física. Y todas estas cosas sucedieron en un corto periodo de tiempo, fueron grandemente abrumadoras.

Pero, Dios había puesto a Job en ese camino. Y sólo el Señor sabía hacia dónde lo llevaría eventualmente. Era un plan tan divinamente orquestado que Dios aún permitió a Satanás que afligiese a Job. Es por eso que Job no podía ver a Dios en nada de lo que sucedía: “Si me dirijo al oriente, no lo encuentro; si al occidente, no lo descubro. Si él muestra su poder en el norte, yo no lo veo; ni tampoco lo veo si se oculta en el sur. Más él conoce mi camino” (Job 23:8-10).

Job estaba diciendo, “Yo sé que Dios conoce todo lo que estoy soportando. Y él conoce el camino por recorrer. Mi Señor me está probando ahora mismo. Y yo estoy confiado que él me sacará al otro lado y tendré una fe más fuerte. Saldré purgado y limpio, con una fe más preciosa que el oro.