FORTALECIÉNDONOS MÁS Y MÁS

David nos instruye: “¡Los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu presencia los esconderás” (Salmos 31:19-20). Es hora de encerrarnos con Cristo y derramar nuestros corazones a Él.
Cuando la furia de la tormenta golpee, necesitaremos nuestra propia provisión individual de fortaleza. Cuando estemos en medio de la tormenta, ninguno de nosotros será capaz de lograrlo por la fuerza de alguien más. No podremos recurrir a nuestro compañero, a nuestro pastor, a nuestro amigo, ni siquiera a un profeta de Dios.
Vemos esta verdad ilustrada en la parábola de Jesús de las vírgenes insensatas. Cuando las vírgenes trataron de pedir prestado aceite a sus prudentes compañeras, les dijeron: “Vayan y compren para ustedes mismas, no tenemos suficiente para nosotros y para ustedes”  (ver Mateo 25:9).
¿Oyes lo que Jesús está diciendo en esta parábola? Él está advirtiendo a todos Sus hijos: “Nadie más tiene la fe necesaria para cargarte. Debes tener tu propia fuente de fe y confianza en Mí”.
Es muy simple: Tú necesitas tu propia provisión de fuerza. Sin embargo, no puedes obtener esto simplemente leyendo libros o escuchando sermones y/o audios de enseñanzas. Tampoco puedes conseguirlo simplemente participando en la adoración corporal o haciendo buenas obras. Esta fortaleza viene de estar solo con el Señor en Su presencia.
Ahora hablo a todo cristiano: Ha llegado el momento de acercarte a Jesús. ¡Necesitas Su presencia más que nunca!
El salmista dice de los que se presentan ante el Señor en Sion: “Irán de poder en poder” (Salmos 84:7). Se nos dice: “El creyente que ora no desmayará en los tiempos difíciles. Él se irá fortaleciendo más y más porque confía en Dios”.