AGRADABLE AL SEÑOR

Tú puedes decir: “Creo que estoy bien preparado para cualquier tormenta. Después de todo, soy un testigo fiel del Señor. No me avergüenzo del Evangelio y vivo una vida limpia y moral. Diezmo, leo mi Biblia, y asisto regularmente a la iglesia”.
Es posible ser un creyente y aun así permanecer distante del Señor. El hecho es que si no pasas tiempo con Él, si no te apoyas en Su fuerza, tu corazón desmayará. Tus palabras tendrán poco o ningún poder o resultado y tu testimonio no tendrá vida. ¿Por qué? Porque te habrás alejado de tu fuente de poder.
No cometas el error de medir tu caminar con Cristo por tus buenas obras o ministerio, en lugar de medirlo por Su presencia en tu vida.
Simplemente no puedes ser más agradable al Señor; más satisfecho o en el centro de Su voluntad, que lo que eres, a través del simple acto de acercarte a Él en oración.
Lo sabemos de la vida del apóstol Pablo. Pablo se enfrentó a muchos tiempos difíciles y peligrosos. Este hombre piadoso sabía lo que significaba perderlo todo: tener hambre y sed; sufrir confinamiento; estar en pobreza; ser abandonado; permanecer encadenado en una oscura y húmeda celda, solo y abandonado, incluso por algunos de sus amigos íntimos.
Pero Pablo no desmayó. De hecho, el apóstol se fortalecía con cada prueba. ¿Cómo podría ser esto? Sucedió porque él conocía este secreto para conseguir y mantener verdadera fuerza.
Pablo testificó: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas…Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos” (2 Timoteo 4:16-18, énfasis añadido).