TENEMOS PODER EN LA ORACIÓN
La mayoría de cristianos rara vez ora, debido a que se les ha enseñado a "tomar todo por fe". En esta Iglesia “Times Square” predicamos sobre la fe, pero no al punto de excluir la oración. ¡Enseñamos la obediencia, el arrepentimiento, la Palabra, la fe y la oración! Se dice: "¿Por qué orar? ¿Por qué suplicar a Dios por algo que ya ha prometido? Si Él ya sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos, ¿por qué seguir pidiendo?". Algunos incluso enseñan: "Si le pides algo que Él ya ha prometido, es incredulidad. Sólo tienes que reclamar sus promesas y luego esperar; no hay necesidad de orar al respecto".
Abraham tenía la promesa de convertirse en una nación grande y fuerte; Dios mismo le había hecho esta promesa: “Porque toda la tierra que ves, la daré…Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra" (Génesis 13:15-16). Dios había prometido bendecir a quienes los que lo bendijeran y maldecir a quienes lo maldijeran. Abraham tenía tanta fe que Dios la contó como justicia: " Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia" (Génesis 15:6). Aquí tenemos a un hombre de Dios, confiando en las promesas de Dios y lleno de fe; sin embargo, corría al altar vez tras vez para orar (ver Génesis 12:8 y Génesis 13:4). Así que, vemos que ni la fe ni las promesas de Dios pueden sustituir la oración”.
Moisés también consideró su comunión con Dios más preciosa que toda bendición. ¡Míralo parado en la cima de la montaña con sus brazos siendo levantados hacia Dios por Aarón y Hur! Dios ya había prometido que los amalecitas serían derrotados y que Israel tendría la victoria. Sin embargo, Moisés sube al monte para invocar a Dios con los brazos levantados. "Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi" (Éxodo 17:15).
En comparación a la iglesia primitiva, somos ateos respecto a este asunto de la oración. Muchos hoy en día consideran la oración como un trabajo duro y aburrido, así que sólo lo hacen de vez en cuando. ¿Te imaginas un esposo y una esposa que viven en la misma casa, que casi nunca hablen entre ellos y, sin embargo, hablan en público como si tuvieran intimidad? ¡De la misma manera algunos tratan a nuestro bendito Señor! La oración, secreta e íntima, es el arma más poderosa que Dios ha dado a Su pueblo; sin embargo, se descuida, se desprecia, y se utiliza rara vez.
Dios está ansioso por mostrarnos que tenemos poder en la oración. Él nos da un glorioso recordatorio: “La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16).
Abraham tenía la promesa de convertirse en una nación grande y fuerte; Dios mismo le había hecho esta promesa: “Porque toda la tierra que ves, la daré…Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra" (Génesis 13:15-16). Dios había prometido bendecir a quienes los que lo bendijeran y maldecir a quienes lo maldijeran. Abraham tenía tanta fe que Dios la contó como justicia: " Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia" (Génesis 15:6). Aquí tenemos a un hombre de Dios, confiando en las promesas de Dios y lleno de fe; sin embargo, corría al altar vez tras vez para orar (ver Génesis 12:8 y Génesis 13:4). Así que, vemos que ni la fe ni las promesas de Dios pueden sustituir la oración”.
Moisés también consideró su comunión con Dios más preciosa que toda bendición. ¡Míralo parado en la cima de la montaña con sus brazos siendo levantados hacia Dios por Aarón y Hur! Dios ya había prometido que los amalecitas serían derrotados y que Israel tendría la victoria. Sin embargo, Moisés sube al monte para invocar a Dios con los brazos levantados. "Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi" (Éxodo 17:15).
En comparación a la iglesia primitiva, somos ateos respecto a este asunto de la oración. Muchos hoy en día consideran la oración como un trabajo duro y aburrido, así que sólo lo hacen de vez en cuando. ¿Te imaginas un esposo y una esposa que viven en la misma casa, que casi nunca hablen entre ellos y, sin embargo, hablan en público como si tuvieran intimidad? ¡De la misma manera algunos tratan a nuestro bendito Señor! La oración, secreta e íntima, es el arma más poderosa que Dios ha dado a Su pueblo; sin embargo, se descuida, se desprecia, y se utiliza rara vez.
Dios está ansioso por mostrarnos que tenemos poder en la oración. Él nos da un glorioso recordatorio: “La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16).