EL ESPÍRITU DE JEHOVÁ LEVANTARÁ BANDERA
Aquellos que no oran, que no están listos, no podrán sostenerse en pie en el día del juicio que se aproxima. ¡Serán vencidos por hordas de demonios! En Apocalipsis 6:17 se hace esta pregunta: “Porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” Todo hijo de Dios que está habitando en Él durante los tiempos de indignación se mantendrá firme. “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” (Efesios 6:13). “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría,” (Judas 24).
“Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.” (Isaías 59:19). En ocasiones, puedes ser atacado de forma inesperada. Puede que estés disfrutando de la luz, regocijándote, dándole gracias a Dios, cuando de la nada te sientas abrumado. Puede ser tu temperamento porque Satanás puede provocarte. Puede ser el miedo que viene como inundación repentina e inesperada. Puede ser la enfermedad, que te derrumba y roba tus fuerzas. Puede ser una vieja lujuria que pensaste había sido conquistada; no la buscaste, ¡pero ahí está! O puede ser la tristeza, o la depresión. Puede que ni siquiera sepas que lo está causando, pero de repente estás inundado.
Pero con David, podemos decir: “Con mi voz clamaré a Jehová; Con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; Delante de él manifestaré mi angustia. Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En el camino en que andaba, me escondieron lazo. Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida. Clamé a ti, oh Jehová; Dije: Tú eres mi esperanza, Y mi porción en la tierra de los vivientes. Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido. Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo. Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; Me rodearán los justos, Porque tú me serás propicio.” (Salmo 142).
“Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.” (Isaías 59:19). En ocasiones, puedes ser atacado de forma inesperada. Puede que estés disfrutando de la luz, regocijándote, dándole gracias a Dios, cuando de la nada te sientas abrumado. Puede ser tu temperamento porque Satanás puede provocarte. Puede ser el miedo que viene como inundación repentina e inesperada. Puede ser la enfermedad, que te derrumba y roba tus fuerzas. Puede ser una vieja lujuria que pensaste había sido conquistada; no la buscaste, ¡pero ahí está! O puede ser la tristeza, o la depresión. Puede que ni siquiera sepas que lo está causando, pero de repente estás inundado.
Pero con David, podemos decir: “Con mi voz clamaré a Jehová; Con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; Delante de él manifestaré mi angustia. Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En el camino en que andaba, me escondieron lazo. Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida. Clamé a ti, oh Jehová; Dije: Tú eres mi esperanza, Y mi porción en la tierra de los vivientes. Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido. Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo. Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; Me rodearán los justos, Porque tú me serás propicio.” (Salmo 142).