GUARDADORES DEL PACTO by Gary Wilkerson
La gloria del Nuevo Pacto fue evidente en el Monte de la Transfiguración, donde Jesús había tomado a tres de Sus discípulos. "Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él” (Mateo 17:1-3).
La gloria era tan inmensa que por un momento una porción del cielo se abrió paso a la esfera terrenal. Repentinamente, los discípulos: Pedro, Santiago y Juan, vieron a Moisés y Elías, hablando con Cristo. Pedro estaba tan asombrado por esto que clamó: "Tenemos que construir tres tabernáculos aquí". Pedro estaba viendo varios pactos de Dios a la vez: en Jesús, en Moisés y en los profetas.
Pero Dios Padre retira a Moisés (la ley) y a Elías (los profetas) de la visión de Pedro, diciendo: "Mi Hijo personifica toda la ley y los profetas, la totalidad de todos los pactos, todo lo que la humanidad necesita y necesitará. Tú tienes un mandato ahora, Pedro, y éste consiste en enfocarte en Cristo. Cuando ames como Él ama, con mi Espíritu en ti, cumplirás toda la ley de Moisés y los profetas. La ley no será la fuerza que impulsará tu vida, Jesús lo será" (ver Mateo 17:5).
¡Qué momento de revelación para Pedro y para nosotros hoy! La razón por la cual leemos nuestras Biblias u oramos no es debido a la ley de Dios. Lo hacemos para conocer a nuestro Padre amoroso. Del mismo modo, a los ojos del Padre, todas las necesidades de la humanidad son saciadas por completo en Jesús. Es por eso que, cuando Dios nos mira hoy, Él no ve a Su pueblo rompiendo Su pacto continuamente. En lugar de ello, ¡Él ve en nosotros las marcas de Su Hijo y por lo tanto nos mira como guardadores del pacto!
Dios no ve una lista de fracasos junto a una lista de buenas obras, con una enorme brecha entre ellas. Él no ve nuestras obras en absoluto. Él sólo ve a Su Hijo en nosotros. Y mientras lo hace, nos concede todos los beneficios de Su pacto con el Hijo. Todo el perdón es nuestro. Toda la paz es nuestra. Toda la aceptación es nuestra. Toda la gracia abunda en nosotros, sin importar si estamos arriba o abajo, en éxito o en fracaso. Su gracia para nosotros nunca cambia.
La gloria era tan inmensa que por un momento una porción del cielo se abrió paso a la esfera terrenal. Repentinamente, los discípulos: Pedro, Santiago y Juan, vieron a Moisés y Elías, hablando con Cristo. Pedro estaba tan asombrado por esto que clamó: "Tenemos que construir tres tabernáculos aquí". Pedro estaba viendo varios pactos de Dios a la vez: en Jesús, en Moisés y en los profetas.
Pero Dios Padre retira a Moisés (la ley) y a Elías (los profetas) de la visión de Pedro, diciendo: "Mi Hijo personifica toda la ley y los profetas, la totalidad de todos los pactos, todo lo que la humanidad necesita y necesitará. Tú tienes un mandato ahora, Pedro, y éste consiste en enfocarte en Cristo. Cuando ames como Él ama, con mi Espíritu en ti, cumplirás toda la ley de Moisés y los profetas. La ley no será la fuerza que impulsará tu vida, Jesús lo será" (ver Mateo 17:5).
¡Qué momento de revelación para Pedro y para nosotros hoy! La razón por la cual leemos nuestras Biblias u oramos no es debido a la ley de Dios. Lo hacemos para conocer a nuestro Padre amoroso. Del mismo modo, a los ojos del Padre, todas las necesidades de la humanidad son saciadas por completo en Jesús. Es por eso que, cuando Dios nos mira hoy, Él no ve a Su pueblo rompiendo Su pacto continuamente. En lugar de ello, ¡Él ve en nosotros las marcas de Su Hijo y por lo tanto nos mira como guardadores del pacto!
Dios no ve una lista de fracasos junto a una lista de buenas obras, con una enorme brecha entre ellas. Él no ve nuestras obras en absoluto. Él sólo ve a Su Hijo en nosotros. Y mientras lo hace, nos concede todos los beneficios de Su pacto con el Hijo. Todo el perdón es nuestro. Toda la paz es nuestra. Toda la aceptación es nuestra. Toda la gracia abunda en nosotros, sin importar si estamos arriba o abajo, en éxito o en fracaso. Su gracia para nosotros nunca cambia.