DIOS ESTARÁ CONTIGO
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios…entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron” (Hechos 16:25-26). El carcelero, al ver lo que había sucedido, se postró ante Pablo y Silas, diciendo: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30)
Aquellos funcionarios municipales y líderes religiosos se fueron a la cama pensando: “¡Lo hicimos! Eso es lo último que vamos a oír de esos alborotadores vagabundos. ¡Realmente los hicimos callar!”. ¡Pero que conmoción al día siguiente! Puedo imaginar a los soldados golpeando las puertas de la alcaldía, de los concejales de la ciudad, y de los líderes religiosos, diciéndoles: “¡Rápido! Vayan a la ciudad. ¡Tenemos un gran problema!”. En estado de shock, los funcionarios probablemente respondieron: ¿Qué? ¿Un terremoto? ¿Las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas de todos los presos cayeron y ni siquiera trataron de escapar? ¿Y el carcelero se unió a su fe?”
Los líderes de la ciudad estaban realmente atemorizados porque era un crimen golpear a ciudadanos romanos (Tanto Pablo como Silas eran ciudadanos romanos). “¿Qué quiere decir que no se moverán de nuestra cárcel? ¿Qué exigen qué? ¿Qué vayamos y les pidamos disculpas y que los escoltemos para salir de la cárcel?”
“Y viniendo, les [trataron de apaciguar]; y sacándolos, les pidieron que salieran de la ciudad.” (Hechos 16:39)
¡Me encanta! Allí estaban, no haciendo alarde de su autoridad espiritual, sino simplemente actuando como embajadores del Rey Jesús. Habían sido testigos del poder de Cristo siendo burlado, y ahora Pablo y Silas querían que el pequeño grupo de oración viera cómo Dios manifiesta su poder a los que están en contra de las fuerzas del infierno. Se dirigieron directamente a la casa de Lidia…¡y qué reunión debe haber sido esa! Pienso que Pablo le dijo al grupo que se reunía en esa casa: “Miren, el diablo puede enfurecerse, las potestades pueden amenazar, ¡pero Dios tiene todo el poder! ¡Dios estará contigo si tú tomas tu posición!”
Aquellos funcionarios municipales y líderes religiosos se fueron a la cama pensando: “¡Lo hicimos! Eso es lo último que vamos a oír de esos alborotadores vagabundos. ¡Realmente los hicimos callar!”. ¡Pero que conmoción al día siguiente! Puedo imaginar a los soldados golpeando las puertas de la alcaldía, de los concejales de la ciudad, y de los líderes religiosos, diciéndoles: “¡Rápido! Vayan a la ciudad. ¡Tenemos un gran problema!”. En estado de shock, los funcionarios probablemente respondieron: ¿Qué? ¿Un terremoto? ¿Las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas de todos los presos cayeron y ni siquiera trataron de escapar? ¿Y el carcelero se unió a su fe?”
Los líderes de la ciudad estaban realmente atemorizados porque era un crimen golpear a ciudadanos romanos (Tanto Pablo como Silas eran ciudadanos romanos). “¿Qué quiere decir que no se moverán de nuestra cárcel? ¿Qué exigen qué? ¿Qué vayamos y les pidamos disculpas y que los escoltemos para salir de la cárcel?”
“Y viniendo, les [trataron de apaciguar]; y sacándolos, les pidieron que salieran de la ciudad.” (Hechos 16:39)
¡Me encanta! Allí estaban, no haciendo alarde de su autoridad espiritual, sino simplemente actuando como embajadores del Rey Jesús. Habían sido testigos del poder de Cristo siendo burlado, y ahora Pablo y Silas querían que el pequeño grupo de oración viera cómo Dios manifiesta su poder a los que están en contra de las fuerzas del infierno. Se dirigieron directamente a la casa de Lidia…¡y qué reunión debe haber sido esa! Pienso que Pablo le dijo al grupo que se reunía en esa casa: “Miren, el diablo puede enfurecerse, las potestades pueden amenazar, ¡pero Dios tiene todo el poder! ¡Dios estará contigo si tú tomas tu posición!”