UN AVIVAMIENTO DE LIMPIEZA

Todos los profetas vieron los tiempos finales y profetizaron de la reunión de un pueblo santo y separado que tendría una gran comprensión de la Palabra del Señor. Daniel escuchó grandes cosas de Dios, pero “no las entendió” (Véase Daniel 12:8). Sin embargo, él vio que un día vendría cuando un remanente puro, tratado y probado, lo entendería, habría un remanente de los últimos días lleno de sabiduría y discernimiento en las cosas de Dios. “Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.” (Daniel 12:10)

Isaías deploraba la ceguera espiritual del Israel apóstata. Él dijo: “…erraron en la visión, tropezaron en el juicio.”(Isaías 28:7). El poco discernimiento que una vez tuvieron fue destruido por sus deseos. Pero Isaías profetizó de un día en el que “…los sordos oirán las palabras…y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. ...Santificarán mi nombre…y temerán al Dios de Israel. Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina” (Isaías 29:18, 23-24)

Yo creo que el avivamiento de los últimos días del cual muchos predican es un avivamiento de limpieza. Si la obra del Espíritu Santo es convencer al mundo de pecado, justicia y juicio, entonces es cierto que en un gran derramamiento del Espíritu Santo habrá poderosas olas de convicción; y una Iglesia permisiva y descuidada será estremecida y se verá obligada a enfrentarse a sus pecados.

Mientras multitudes de cristianos persiguen señales y milagros y se amontonan a escuchar a predicadores del éxito y la prosperidad, Dios ha estado llamando a un “pueblo del desierto” que se consumen con hambre por más de Cristo.

¡En este momento un glorioso grupo está surgiendo! Un día Dios comenzó a mover sus corazones y se desilusionaron con toda la hipocresía y la vergüenza. Se metieron en la Palabra de Dios y vieron por sí mismos cuales son sus propósitos definitivos. Se pusieron el manto de la justicia de Cristo por la fé, se sometieron a las demandas de Cristo, y decidieron caminar solos si fuese necesario, para ser totalmente obedientes a Él. Se propusieron escuchar y entender la voluntad del Señor. Comenzaron a ver cosas en el Espíritu y se les hizo entender que el fin de todas las cosas está cerca. Para ellos, ¡la Palabra del Señor ha llegado!

“¡Cristo viene! ¡Arrepentíos, porque el día del Señor está cercano! ¡Despojémonos de todo pecado que nos asedia y pongamos la mira en las cosas de arriba! No tomes parte en los imperios y los sueños de los hombres. Abandónalo todo y sal a Su encuentro”. ¡Esa palabra está siendo proclamada fuerte y claro!