APTOS PARA VIVIR
La Escritura nos provee de innumerables ejemplos de cómo la presencia de Dios hace aptos a sus hijos a vivir para Él. Vemos uno de los ejemplos más poderosos de esto en la vida de Moisés.
Moisés estaba convencido de que sin la presencia de Dios en su vida, era inútil para él, intentar algo. Cuando habló cara a cara con el Señor, le dijo: "Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí" (Éxodo 33:15). Estaba diciendo: "Señor, si Tu presencia no está conmigo, entonces no iré a ninguna parte. ¡No voy a dar un solo paso a menos que esté seguro de que Tú estés cerca! "
Moisés sabía que era la presencia de Dios en Israel, la que distinguía al pueblo de las demás naciones. Y lo mismo puede decirse de la Iglesia de Jesucristo, hoy. Lo único que nos distingue de los incrédulos es la presencia de Dios "con nosotros", guiándonos y obrando Su voluntad en nosotros y a través de nosotros.
A Moisés no le importaba cómo eran guiadas las otras naciones, cómo elaboraban sus estrategias, cómo conducían sus gobiernos o cómo dirigían sus ejércitos. Él decía: "Funcionamos bajo un solo principio. La única manera de ser guiados o gobernados, para hacer la guerra y sobrevivir en esta tierra seca, ¡es teniendo la presencia de Dios con nosotros!".
"Cuando la presencia del Señor está en medio de nosotros, nadie puede hacernos daño. Pero sin Él no podemos hacer nada, somos reducidos a la nada. Que todas las naciones de este mundo confíen en sus poderosos ejércitos, sus carros de hierro, sus hábiles soldados y sus armas nuevas. ¡Nosotros confiaremos en la presencia manifiesta de nuestro Dios!".
Dios respondió a la osada declaración de Moisés: "Mi presencia irá contigo, y te daré descanso" (versículo 14). ¡Qué increíble promesa! La palabra hebrea “descanso”, se refiere a: "un reposo cómodo y tranquilo". Dios estaba diciendo: "¡No importa los enemigos o pruebas que enfrenten, ustedes siempre podrán hallar un reposo quieto en mí!".
Piensa en esto: Si una iglesia tiene la presencia manifiesta de Dios en medio de ella, no habrá ninguna prisa, afán, sudor o esfuerzo. Las reuniones de adoración no se apresurarán, con tres canciones, una ofrenda y un corto sermón. En su lugar, habrá una paz que calma y un reposo quieto ¡y todo el que camine a través de las puertas lo sentirá!
Moisés estaba convencido de que sin la presencia de Dios en su vida, era inútil para él, intentar algo. Cuando habló cara a cara con el Señor, le dijo: "Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí" (Éxodo 33:15). Estaba diciendo: "Señor, si Tu presencia no está conmigo, entonces no iré a ninguna parte. ¡No voy a dar un solo paso a menos que esté seguro de que Tú estés cerca! "
Moisés sabía que era la presencia de Dios en Israel, la que distinguía al pueblo de las demás naciones. Y lo mismo puede decirse de la Iglesia de Jesucristo, hoy. Lo único que nos distingue de los incrédulos es la presencia de Dios "con nosotros", guiándonos y obrando Su voluntad en nosotros y a través de nosotros.
A Moisés no le importaba cómo eran guiadas las otras naciones, cómo elaboraban sus estrategias, cómo conducían sus gobiernos o cómo dirigían sus ejércitos. Él decía: "Funcionamos bajo un solo principio. La única manera de ser guiados o gobernados, para hacer la guerra y sobrevivir en esta tierra seca, ¡es teniendo la presencia de Dios con nosotros!".
"Cuando la presencia del Señor está en medio de nosotros, nadie puede hacernos daño. Pero sin Él no podemos hacer nada, somos reducidos a la nada. Que todas las naciones de este mundo confíen en sus poderosos ejércitos, sus carros de hierro, sus hábiles soldados y sus armas nuevas. ¡Nosotros confiaremos en la presencia manifiesta de nuestro Dios!".
Dios respondió a la osada declaración de Moisés: "Mi presencia irá contigo, y te daré descanso" (versículo 14). ¡Qué increíble promesa! La palabra hebrea “descanso”, se refiere a: "un reposo cómodo y tranquilo". Dios estaba diciendo: "¡No importa los enemigos o pruebas que enfrenten, ustedes siempre podrán hallar un reposo quieto en mí!".
Piensa en esto: Si una iglesia tiene la presencia manifiesta de Dios en medio de ella, no habrá ninguna prisa, afán, sudor o esfuerzo. Las reuniones de adoración no se apresurarán, con tres canciones, una ofrenda y un corto sermón. En su lugar, habrá una paz que calma y un reposo quieto ¡y todo el que camine a través de las puertas lo sentirá!