PRISIONES ESPIRITUALES by Gary Wilkerson

Prisiones espirituales son aquellas que Satanás utiliza para enjaularnos, y aquellas en las que nosotros nos encerramos. Con un poderoso ejemplo de la vida de Pedro, la Palabra de Dios nos muestra cómo ser liberado de estas prisiones.

En Hechos 12, Pedro estaba encarcelado por el rey Herodes. Miles de personas en Jerusalén estaban siendo salvadas por las maravillas de Dios y Herodes se sintió amenazado. Por supuesto, cada vez que Dios se mueve sobrenaturalmente a través de su pueblo, eso enfurece al enemigo.

Ahora Herodes había puesto su mirada en Pedro: “Y viendo [Herodes] que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura (La Pascua)” (Hechos 12:3). Herodes se había propuesto algo: Ejecutar al creyente más valiente en la Pascua, la observancia más sagrada de la iglesia, para atemorizar a los cristianos y silenciarlos.

Herodes envió escuadrones de soldados para capturar y vigilar a Pedro. “Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel…y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua” (12:4). El significado de “sacarle”, revela que Herodes iba a martirizar a Pedro públicamente.

La palabra “tomado” en este pasaje no sólo significa “agarrado”, más bien, significa un poder que va mucho más allá del nuestro. Pedro no solo estaba bajo la detención de un principado gubernamental, estaba encerrado por un poder espiritual que estaba manipulando a un hombre poderoso con fines demoníacos. ¿Estás familiarizado con este tipo de prisión espiritual? Tal vez estás en una ahora mismo. Piensas: “Señor, he orado miles de veces, pero nada cambia. ¿Cómo voy a conseguir ser liberado?”.

Lo que leemos a continuación cambia todo: “Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él” (Hechos 12:5). Esa pequeña palabra “pero” transforma la imagen completa. Dice: “El enemigo está en esta escena, rugiendo como un león, pero el León de Judá también está en movimiento. Está a punto de revelarse a Sí mismo y cambiarlo todo”.

Me encanta la imagen de “oración sin cesar” en este versículo. Un pequeño grupo de hombres y mujeres humildes teniendo una reunión de oración. Como muchos cristianos, probablemente tenían poca influencia en su mundo, sin embargo, las paredes de la prisión más gruesa no tenían ninguna posibilidad contra sus oraciones.

“Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. Y he aquí que se presentó un ángel del Señor” (12:6-7).

Cuando Pedro miró a su alrededor, vio que sus cadenas habían caído, pero que los guardias estaban cegados a esto. “[Pedro] no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión” (12:9). Lo que sucedió después es el corazón de este mensaje: “Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y [salieron]” (12:10).