UNA FE TENAZ by Gary Wilkerson
“¿He dejado de hacer algo que Él me pidió que hiciera? No quiero que nada en mi vida impida lo que Dios quiera hacer.”
Dios siempre está trayendo a Su pueblo a este punto. ¿Por qué? Porque antes de llevarnos al mejor lugar, Él debe hacer algo en lo profundo de nosotros. Él quiere darnos Su victoria, pero Él también desea nuestra completa devoción.
Los primeros capítulos de Josué describen la obra gloriosa que Dios hizo entre Su pueblo durante algunos años: Israel había sido liberada después de 400 años de esclavitud; posteriormente, tuvieron que pasar 40 años de divagar en el desierto; y, después de todo esto, Dios los bendijo.
Ahora Israel se encontraba en la frontera de Canaán, la tierra que fluye leche y miel, que Él había prometido años atrás. Al cruzar la frontera sucedió algo: Josué se dirigió inmediatamente a la generación más joven de hombres y los apartó para Jehová. La Escritura usa el término “circuncidó” para referirse a su preparación, pero el significado más profundo es: “Ellos fueron preparados”.
¿Por qué hizo esto Josué? Ahora que habían cruzado, enfrentaban los gruesos e impenetrables muros de Jericó. Vencer a este enemigo habría sido imposible para los sencillos israelitas. Sin embargo, Dios les estaba diciendo: “Yo los he bendecido todos estos años recientes. Ustedes han experimentado Mis increíbles riquezas. Pero su labor aún no acaba”.
¿Cómo se prepararon los israelitas para esta batalla? No afilaron sus espadas ni lustraron su armadura. En lugar de ello, la preparación se llevó a cabo dentro de sus corazones. Dios les ordenó que rodeen la ciudad cantando cánticos, orando y esperando en Él. Finalmente, los hizo tocar sus trompetas y gritar con gran vocerío. ¡En un instante, aquellos muros poderosos se desmoronaron!
Después de eso, Josué y sus hombres hicieron grandes proezas, derrotando a sus enemigos, heredando tierras más grandes y viendo victorias como nunca antes. Josué hizo algo que ni siquiera Moisés había hecho; derrotó a treinta y un reyes. Es decir, diez más de los que Moisés había derrotado. Yo creo que ésta es una figura de lo que el Señor quiere hacer en nuestras vidas. Él quiere traer un aumento décuplo (diez veces mayor), derramar Su Espíritu de manera asombrosa y que nosotros creamos que Él quiere hacerlo todo. En pocas palabras Él quiere que poseamos una fe tenaz e inconmovible.
Dios siempre está trayendo a Su pueblo a este punto. ¿Por qué? Porque antes de llevarnos al mejor lugar, Él debe hacer algo en lo profundo de nosotros. Él quiere darnos Su victoria, pero Él también desea nuestra completa devoción.
Los primeros capítulos de Josué describen la obra gloriosa que Dios hizo entre Su pueblo durante algunos años: Israel había sido liberada después de 400 años de esclavitud; posteriormente, tuvieron que pasar 40 años de divagar en el desierto; y, después de todo esto, Dios los bendijo.
Ahora Israel se encontraba en la frontera de Canaán, la tierra que fluye leche y miel, que Él había prometido años atrás. Al cruzar la frontera sucedió algo: Josué se dirigió inmediatamente a la generación más joven de hombres y los apartó para Jehová. La Escritura usa el término “circuncidó” para referirse a su preparación, pero el significado más profundo es: “Ellos fueron preparados”.
¿Por qué hizo esto Josué? Ahora que habían cruzado, enfrentaban los gruesos e impenetrables muros de Jericó. Vencer a este enemigo habría sido imposible para los sencillos israelitas. Sin embargo, Dios les estaba diciendo: “Yo los he bendecido todos estos años recientes. Ustedes han experimentado Mis increíbles riquezas. Pero su labor aún no acaba”.
¿Cómo se prepararon los israelitas para esta batalla? No afilaron sus espadas ni lustraron su armadura. En lugar de ello, la preparación se llevó a cabo dentro de sus corazones. Dios les ordenó que rodeen la ciudad cantando cánticos, orando y esperando en Él. Finalmente, los hizo tocar sus trompetas y gritar con gran vocerío. ¡En un instante, aquellos muros poderosos se desmoronaron!
Después de eso, Josué y sus hombres hicieron grandes proezas, derrotando a sus enemigos, heredando tierras más grandes y viendo victorias como nunca antes. Josué hizo algo que ni siquiera Moisés había hecho; derrotó a treinta y un reyes. Es decir, diez más de los que Moisés había derrotado. Yo creo que ésta es una figura de lo que el Señor quiere hacer en nuestras vidas. Él quiere traer un aumento décuplo (diez veces mayor), derramar Su Espíritu de manera asombrosa y que nosotros creamos que Él quiere hacerlo todo. En pocas palabras Él quiere que poseamos una fe tenaz e inconmovible.