SANA MI INCREDULIDAD
"Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor." (Santiago 1:6-7).
El mundo está lleno de cristianos que no guardan la Palabra de Dios. Piensan que es algo inocente sentarse a la mesa en la casa de Dios y murmurar y quejarse, como si Dios no oyera. ¡Dios sí oye nuestras murmuraciones! Acusaciones que dicen que Él no se preocupa, insinuaciones que Él te ha abandonado.
Dios me ha advertido de no dar lugar a las dudas y temores persistentes, sea que vengan de mi esposa, de mis amigos, de mis seres queridos o de mis colegas. Dios dice que tome esas dudas a la cruz y diga: “Jesús, sana mi incredulidad, llévatela”.
Israel pasó cuarenta años en el horno, murmurando, quejándose, llenos de amargura y celos. ¡Qué existencia tan miserable llevaban ellos, mientras decían ser hijos de Dios, creyéndose santos!; pero éste era el testimonio de ellos, no de Dios.
Debemos llegar al lugar en el que confiemos en Él. Si lo aprendemos ahora, la siguiente vez que venga una crisis, ¡cantarás y gritarás alabando a tu Libertador! ¡Oh! la victoria estará ahí, pero hay algo más importante: habrás dado un golpe mortal a toda duda, temor e incredulidad.
¿Dónde comienzas? Mirando directamente al espejo de la Palabra de Dios. Considera tus palabras y acciones de los últimos treinta días: ¿Has estado murmurando quejándote?; quizás respondas: “sí, ¡pero no he murmurado contra Dios!”; ¡Oh, sí que lo has hecho!, no importa dónde o de quién te quejas, siempre está dirigido a Dios.
En cada lugar que busco en mi Biblia, veo: “Confía en mí y te ayudaré. Sólo encomienda tus caminos a mí”. ¿Qué se necesita?; simplemente esto: Estar quietos y ver la salvación del Señor. Tu preguntarás: “¿Pero qué si nada sucede?” Esa pregunta refleja duda y temor.
Amado, tórnate a Dios hoy y dile: “Señor, he hecho todo lo que sé hacer en mi situación, de todas formas, sé que no hay nada que pueda hacer para arreglar el problema. Confiaré en Ti y esperaré Tu victoria”.
Que Dios haga de ti, un testimonio para el mundo, un testigo de Su fidelidad. Ámalo con todo tu corazón ahora mismo. ¡Entrégale todo tus problemas, toda tu fe y toda tu confianza!
El mundo está lleno de cristianos que no guardan la Palabra de Dios. Piensan que es algo inocente sentarse a la mesa en la casa de Dios y murmurar y quejarse, como si Dios no oyera. ¡Dios sí oye nuestras murmuraciones! Acusaciones que dicen que Él no se preocupa, insinuaciones que Él te ha abandonado.
Dios me ha advertido de no dar lugar a las dudas y temores persistentes, sea que vengan de mi esposa, de mis amigos, de mis seres queridos o de mis colegas. Dios dice que tome esas dudas a la cruz y diga: “Jesús, sana mi incredulidad, llévatela”.
Israel pasó cuarenta años en el horno, murmurando, quejándose, llenos de amargura y celos. ¡Qué existencia tan miserable llevaban ellos, mientras decían ser hijos de Dios, creyéndose santos!; pero éste era el testimonio de ellos, no de Dios.
Debemos llegar al lugar en el que confiemos en Él. Si lo aprendemos ahora, la siguiente vez que venga una crisis, ¡cantarás y gritarás alabando a tu Libertador! ¡Oh! la victoria estará ahí, pero hay algo más importante: habrás dado un golpe mortal a toda duda, temor e incredulidad.
¿Dónde comienzas? Mirando directamente al espejo de la Palabra de Dios. Considera tus palabras y acciones de los últimos treinta días: ¿Has estado murmurando quejándote?; quizás respondas: “sí, ¡pero no he murmurado contra Dios!”; ¡Oh, sí que lo has hecho!, no importa dónde o de quién te quejas, siempre está dirigido a Dios.
En cada lugar que busco en mi Biblia, veo: “Confía en mí y te ayudaré. Sólo encomienda tus caminos a mí”. ¿Qué se necesita?; simplemente esto: Estar quietos y ver la salvación del Señor. Tu preguntarás: “¿Pero qué si nada sucede?” Esa pregunta refleja duda y temor.
Amado, tórnate a Dios hoy y dile: “Señor, he hecho todo lo que sé hacer en mi situación, de todas formas, sé que no hay nada que pueda hacer para arreglar el problema. Confiaré en Ti y esperaré Tu victoria”.
Que Dios haga de ti, un testimonio para el mundo, un testigo de Su fidelidad. Ámalo con todo tu corazón ahora mismo. ¡Entrégale todo tus problemas, toda tu fe y toda tu confianza!