COMPASIÓN INFINITA
Una hermosa enfermera, de 19 años de edad, me detuvo después de un servicio en una cruzada. Entre lágrimas, sollozó una penosa confesión: “Sr. Wilkerson, soy lesbiana. Me siento tan sucia e impura. La iglesia donde solía asistir me pidió que nunca volviera. El ministro dijo que no podía correr el riesgo de que sedujera a otros en su congregación. Siento como si el suicidio fuese mi única salida. Yo vivo con miedo y condenación total. ¿Será que debo matarme para encontrar paz?”
Ella se alejaba de mí, como si se sintiera demasiado impura para estar en mi presencia. Le pregunté si todavía amaba a Jesús. “Oh, sí”, respondió ella. “Cada hora del día, mi corazón clama a Dios. Amo a Cristo con todo en mí, pero estoy atada a este terrible hábito.”
Qué hermoso fue ver su cara iluminarse cuando le dije lo mucho que Dios la amaba, incluso en sus luchas. Le dije: “No vuelvas nunca a entregarte a tu pecado. Dios traza una línea justo donde estás. Cualquier impulso hacia Él es contado como justicia. Cualquier movimiento al otro lado de esa línea, lejos de Él, es pecado. Si nos acercamos a Él, Él se acerca a nosotros. ¡Sigue tu impulso espiritual! Sigue amando a Jesús a pesar de que aún no tienes la victoria total. Acepta diariamente Su perdón. ¡Vive un día a la vez! ¡Convéncete de que Jesús ama a los pecadores así que Él te debe amar a ti también!”
Ella sonrió con una sonrisa de alivio y dijo: “Sr. Wilkerson, usted es el primer ministro que me ofrece un rayo de esperanza. En lo profundo de mi corazón yo sé que Él todavía me ama y yo sé que me va liberar de esta esclavitud. Pero todos me han condenado tanto. Gracias por su mensaje de esperanza y amor”.
Lector de este mensaje, ¿Estás viviendo bajo condenación? ¿Has pecado contra el Señor? ¿Has contristado al Espíritu Santo en tu vida? ¿Estás librando una batalla perdida con una tentación abrumadora?
Todo lo que necesitas hacer es buscar en la Palabra de Dios y descubrirás un Dios de misericordia, amor y compasión infinita. David dijo: “JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado.” (Salmo 130:3-4).
Ella se alejaba de mí, como si se sintiera demasiado impura para estar en mi presencia. Le pregunté si todavía amaba a Jesús. “Oh, sí”, respondió ella. “Cada hora del día, mi corazón clama a Dios. Amo a Cristo con todo en mí, pero estoy atada a este terrible hábito.”
Qué hermoso fue ver su cara iluminarse cuando le dije lo mucho que Dios la amaba, incluso en sus luchas. Le dije: “No vuelvas nunca a entregarte a tu pecado. Dios traza una línea justo donde estás. Cualquier impulso hacia Él es contado como justicia. Cualquier movimiento al otro lado de esa línea, lejos de Él, es pecado. Si nos acercamos a Él, Él se acerca a nosotros. ¡Sigue tu impulso espiritual! Sigue amando a Jesús a pesar de que aún no tienes la victoria total. Acepta diariamente Su perdón. ¡Vive un día a la vez! ¡Convéncete de que Jesús ama a los pecadores así que Él te debe amar a ti también!”
Ella sonrió con una sonrisa de alivio y dijo: “Sr. Wilkerson, usted es el primer ministro que me ofrece un rayo de esperanza. En lo profundo de mi corazón yo sé que Él todavía me ama y yo sé que me va liberar de esta esclavitud. Pero todos me han condenado tanto. Gracias por su mensaje de esperanza y amor”.
Lector de este mensaje, ¿Estás viviendo bajo condenación? ¿Has pecado contra el Señor? ¿Has contristado al Espíritu Santo en tu vida? ¿Estás librando una batalla perdida con una tentación abrumadora?
Todo lo que necesitas hacer es buscar en la Palabra de Dios y descubrirás un Dios de misericordia, amor y compasión infinita. David dijo: “JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado.” (Salmo 130:3-4).