QUÉDESE QUIETO Y ESPERE

Dios habla a su pueblo por la voz de su Espíritu: " Entonces oirán ustedes decir a sus espaldas estas palabras: «Éste es el camino; vayan por él. No se desvíen a la derecha ni a la izquierda.»" (Isaías 30:21).

La voz de su Espíritu viene a nosotros principalmente a través de las Escrituras. El puede mostrarnos un pasaje bíblico que será la clave para nuestra liberación. Pero antes de que podamos escuchar su voz de dirección, Dios requiere algo de nosotros: Debemos quedarnos quietos y esperar a que Él actúe.

Esta palabra no es una sugerencia sino un mandamiento. Es el secreto de nuestra victoria total y liberación. En efecto, el Señor mandó a su pueblo a detenerse en varias ocasiones.

En Josué 3 leemos de otro cruce que Israel tenía que hacer, en el río Jordán. Dios instruyó a la gente: "Cuando lleguen a la orilla del Jordán, deténganse." (Josué 3:8). Entonces el Señor añadió: "Tan pronto como las plantas de los pies de los sacerdotes... se asienten en las aguas del Jordán... las aguas del Jordán dejaran de correr... y se detendrán formando un muro" (versículo 13).

Dios estaba diciendo: "Al llegar al agua, planta tus pies en ella y te quédate ahí parado. ¡Quédate quieto, descansa. Sólo espera a que actúe y voy a dividir las aguas para ti!"

La palabra hebrea para estar quieto en este pasaje significa "detener toda actividad, cesar toda lucha." Sin embargo, ¿cuántos israelitas obedecieron cuando llegaron al Jordán? Mientras estaban en pie, con los pies en el agua, muchos deben haber pensado: "¿Cómo sabemos que esto va a funcionar?"

Algunos podrían haber tenido la tentación de construir una especie de puente de pontones y tratar de atravesar el rio por su propio ingenio. Pero eso habría sido en vano.

Dios actuó en esa ocasión, separó las aguas. El acto de obediencia de Israel estuvo acompañado por la fe y ¡Dios respondió a su fe!