ENCONTRANDO LAS CLAVES DE LA VICTORIA
Tan pronto como comencé a estudiar el Nuevo Pacto, comenzaron a salir verdades gloriosas de los acuerdos de Dios con Israel en el Antiguo Testamento. Pablo afirma: "Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos" (1 Corintios 10:11). Sentí al Señor preguntándome: "David, ¿quieres las claves de la victoria? ¿Quieres saber cómo vencer el pecado, la carne y el diablo? ¿Quieres saber cómo batallar contra el enemigo? Entonces ve a mi Antiguo Testamento y aprenderás de los ejemplos que hay allí. Yo los he escrito todos para ti, para que puedas aprender las lecciones de la obra divina".
En la noche de Pascua, ni un solo israelita estuvo en peligro cuando el ángel de la muerte arrasó Egipto. Cada hombre, mujer y niño de Dios descansó protegido y seguro bajo la cobertura de sangre que fue rociada en los postes de las puertas de sus casas (Éxodo 12). Este cuadro de seguridad representa el poder protector de la sangre de nuestro Señor sobre Sus hijos hoy en día. Como cristianos, tenemos que creer y confiar que tenemos la sangre de Cristo derramada en los postes de las puertas de nuestro corazón.
La confianza de Israel en la sangre del cordero sacrificado logró muchas cosas en sus vidas. No sólo los protegió del ángel de la muerte, sino que también los sacó de Egipto y los libró de la esclavitud del Faraón. Sin embargo, había otros enemigos de los cuales Israel necesitaba librarse. Asimismo hoy, nuestra confianza en la sangre de Cristo va más allá que el obtener la salvación para la eternidad. También implica descansar en el poder de Dios para librarnos de toda fortaleza del enemigo.
Por favor, no me malinterpreten. Si eres salvo - vives bajo la cobertura de la sangre de Cristo, confiando por la fe en Su obra en la cruz por ti – eso es absolutamente maravilloso. Pero, ¿Qué hay acerca de tu batalla constante contra el poder del pecado que se libra dentro de ti? ¿Qué pasa con tu hábito que te acosa? ¿Qué poder tienes para batallar contra estos enemigos de tu alma?
El hecho es que, incluso si hemos sido salvados y asegurados por la sangre de Cristo, todavía estamos inmersos en una batalla contra abrumadores principados, poderes satánicos y fortalezas demoníacas. Tenemos que reclamar el poder que está disponible para nosotros a través del Nuevo Pacto de Dios, ¡Pero ese poder viene sólo por la fe!
En la noche de Pascua, ni un solo israelita estuvo en peligro cuando el ángel de la muerte arrasó Egipto. Cada hombre, mujer y niño de Dios descansó protegido y seguro bajo la cobertura de sangre que fue rociada en los postes de las puertas de sus casas (Éxodo 12). Este cuadro de seguridad representa el poder protector de la sangre de nuestro Señor sobre Sus hijos hoy en día. Como cristianos, tenemos que creer y confiar que tenemos la sangre de Cristo derramada en los postes de las puertas de nuestro corazón.
La confianza de Israel en la sangre del cordero sacrificado logró muchas cosas en sus vidas. No sólo los protegió del ángel de la muerte, sino que también los sacó de Egipto y los libró de la esclavitud del Faraón. Sin embargo, había otros enemigos de los cuales Israel necesitaba librarse. Asimismo hoy, nuestra confianza en la sangre de Cristo va más allá que el obtener la salvación para la eternidad. También implica descansar en el poder de Dios para librarnos de toda fortaleza del enemigo.
Por favor, no me malinterpreten. Si eres salvo - vives bajo la cobertura de la sangre de Cristo, confiando por la fe en Su obra en la cruz por ti – eso es absolutamente maravilloso. Pero, ¿Qué hay acerca de tu batalla constante contra el poder del pecado que se libra dentro de ti? ¿Qué pasa con tu hábito que te acosa? ¿Qué poder tienes para batallar contra estos enemigos de tu alma?
El hecho es que, incluso si hemos sido salvados y asegurados por la sangre de Cristo, todavía estamos inmersos en una batalla contra abrumadores principados, poderes satánicos y fortalezas demoníacas. Tenemos que reclamar el poder que está disponible para nosotros a través del Nuevo Pacto de Dios, ¡Pero ese poder viene sólo por la fe!