HAY DE LOS QUE DESCIENDEN A EGIPTO

“¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová! (Isaías 31:1)

El profeta Isaías advirtió a Israel que no había posibilidad de victoria para ellos si intentaban luchar contra su adversario en su propia fuerza. Isaías 31 describe un cuadro perfecto de la futilidad de tratar de hacer batalla con el enemigo en nuestra capacidad humana. Yo creo que este capítulo es un tipo y sombra de la falta de efectividad de nuestros esfuerzos actuales para derrotar deseos, hábitos y pecados que nos acosan, confiando en ideas y ayudas humanas.

En el momento en que Isaías escribió este mensaje de advertencia, el Rey Senaquerib y el ejército Asirio ya habían marchado a través de Judá. Habían capturado la mayoría de las ciudades a su paso, y ahora planeaban sitiar Jerusalén. En Hebreo, la palabra Senaquerib significa “exitoso” y Asiria significa “pecado en aumento”. En conjunto, estas dos palabras nos proveen una imagen de un enemigo malvado que estaba teniendo gran éxito contra el pueblo de Dios.

En efecto, Asiria representa a todo espíritu demoniaco y lujurioso que nos ataca. Y Senaquerib es el diablo mismo, convencido de que tendrá éxito en derrotarnos y llevarnos a la desesperación. Yo creo que Dios quiere demostrarnos por medio de este capítulo como el diablo y sus huestes demoniacas están trayendo olas de tentaciones contra la iglesia, con creciente intensidad y mucho éxito.

Este capítulo también es un ejemplo de cómo el pecado aumentará en los últimos días. La Escritura dice que la sociedad ira de mal en peor (Véase 2ª Timoteo 3:13) y que la iglesia será inundada con engaños y doctrinas de demonios. Yo creo que estamos viendo esto suceder ahora mismo. Huestes demoníacas se han infiltrado en todos los medios de comunicación y en toda forma de tecnología, inundando nuestra cultura con sensualidad, desnudos y perversiones de todo tipo. Como fue profetizado en Apocalipsis 12:15, Satanás “arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río.”