LOS DIEZ MANDAMIENTOS
La mayoría de las personas saben que en los Estados Unidos, la Corte Suprema ha dictaminado que los Diez Mandamientos no pueden ser exhibidos en ninguna de las cortes de justicia gubernamentales. Esta decisión histórica ha sido cubierta muy extensamente por los medios de comunicación. Pero, ¿qué significa en realidad este dictamen?
Una corte de justicia es donde se hacen cumplir las leyes. Los Diez Mandamientos representan las leyes morales de Dios, las cuales nunca se mueven ni cambian. Están fijas al igual que la ley de la gravedad. Si usted desobedece esa ley, es como que se lanzara de un edificio alto. Usted puede negar que la ley lo vaya a afectar, pero seguro que sufrirá las consecuencias.
Para ponerlo de una manera simple, los Diez mandamientos son leyes eternas diseñadas por Dios para que la sociedad no se destruya a sí misma. Pero sorprendentemente, muchos obreros están ahora removiendo esos Mandamientos – al igual que el nombre de Dios- de cada corte de justicia donde han sido inscritos en mármol o concreto.
¡Qué situación reveladora del estado de nuestra sociedad! Estas leyes incambiables fueron originalmente grabadas en piedra por el mismo dedo de Dios. Y ahora están siendo borrados de las piedras por las leyes de los hombres.
Algunos Cristianos están diciendo, “¿Por qué darle tanta importancia? Ya no estamos bajo la ley. ¿Por qué hacer de esto un dilema?” No, nosotros no estamos bajo la ley Hebrea, es decir los 613 mandamientos adicionales añadidos por los rabinos Judíos. Pero cada Cristiano está bajo la autoridad de las leyes morales de Dios, las cuales están resumidas en los Diez Mandamientos.
Me pregunto qué pensará Dios mientras se borran sus leyes para que nuestros ojos no las vean. Algunos creyentes dicen, “Nosotros no necesitamos este despliegue de los Mandamientos. Todo lo que realmente es necesario es que estén escritos en nuestros corazones.” Esto no es lo que dice la Palabra de Dios. Considere lo visible que Dios quería que estén sus Mandamientos cuando se los entregó a su pueblo:
“Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes. Las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas” (Deuteronomio 6: 6-9).