UN CORAZÓN PARA CONOCERLO A EL

Dios nos ha prometido con juramento darnos un corazón nuevo – uno que está  inclinado a obedecer.

 

“Les daré un corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque se volverán a mí de todo corazón” (Jeremías 24:7).

 

“Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26).

 

Dios no solo nos promete darnos un corazón nuevo, sino también escribir sus mandamientos en nuestros corazones. En otras palabras, él promete causarnos que lo conozcamos. Otra vez, el Espíritu Santo es el que hace este trabajo en nosotros. Él nos enseña acerca de la naturaleza del Padre y sus caminos – y en el proceso, él nos transforma en la imagen divina de Cristo.

 

Nuestro Señor ha jurado una promesa soberana  de ser misericordioso hacia nosotros en nuestras luchas contra el pecado. Y hasta que venga la victoria completa, él será paciente y amoroso con nosotros, nunca haciéndonos a un lado. Él promete, “No importa lo que yo demande de ti, yo te supliré con todo el poder que necesitas para lograrlo. No pediré ninguna cosa de ti, por la cual yo no haya hecho provisión.”

 

Hoy día, el mismo poder que resucitó a Jesús de la tumba – y que lo capacitó para cumplir con la ley de Dios a través de una vida perfecta y sin pecado – ahora mora en nosotros. El propio Espíritu de Dios está vivo en nosotros, proveyendo todo el poder sobre cada trabajo que el enemigo trata de hacer en contra de nosotros.

 

Cuando el enemigo viene inundando su alma, incitándolo hacia una lujuria antigua, clame al Espíritu Santo. Escuche cada susurro de él, y obedezca cada orden. No lo ignore. Si usted está dispuesto para hacer cualquier cosa que él le dé poder para hacer, él no ocultará su palabra de  usted.

 

Usted puede pasar de la vieja vida a la nueva en un solo salto. Sucede cuando usted ve cuán imposible es para usted vencer al pecado con sus propios esfuerzos humanos. Lego se da cuenta que un Dios fiel ha jurado dar al Espíritu Santo a todos los creyentes que lo piden, y que él logrará en usted lo que el Señor ha prometido con juramento. Así que finalmente, usted se abandona totalmente a Dios y a sus promesas.  Usted cree que él logrará hacer lo que ha prometido.

 

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).