TENIENDO UN CORAZON PERFECTO

¿Sabe usted que es posible caminar delante del Señor con un corazón perfecto? Si usted está hambriento por Jesús, usted ya estará tratando – deseando diligentemente – de obedecer este mandamiento del Señor.

 

Yo quiero animarlo: es posible hacerlo, o Dios no nos hubiese dado tal llamado. Tener un corazón perfecto ha sido parte de la vida de fe desde el tiempo en que primero Dios habló a Abraham: “Yo soy el Dios Todopoderoso. Anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1).

 

En el Antiguo Testamento vemos que algunos lo lograron. David por ejemplo, determinó en su corazón obedecer el mandato del Señor de ser perfecto. Él dijo: “Entenderé en el camino de la perfección…En integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa” (Salmo 101:2).

 

Para poder asumir la idea de perfección, primero debemos de entender que la perfección no significa tener una existencia sin pecado, sin errores. No, perfección en los ojos del Señor significa algo enteramente diferente. Significa madurez, estar completo.

 

Los significados Hebreos y Griegos de la palabra perfección incluye “rectitud, sin mancha ni defecto, ser totalmente obediente.”  Significa terminar lo que se ha comenzado, completar un desempeño. John Wesley llamó a este concepto de perfección “obediencia constante”. Esto es, que un corazón perfecto es un corazón receptivo, uno que responde rápidamente y totalmente a todos los suspiros del Señor, sus susurros y sus advertencias. Tal corazón dice en todo momento, “Habla, Señor, porque tu siervo está escuchando. Muéstrame el camino, y caminaré en él.”

 

El corazón perfecto clama juntamente con David, “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos. Ve si hay en mí camino de perversidad” (Salmo 139:23-24).

 

Dios ciertamente examina nuestros corazones; él le dijo a Jeremías: “Yo Jehová, que escudriño el corazón” (Jeremías 17:10). El significado Hebreo para esta frase es, “Yo penetro, yo examino profundamente”.

 

El corazón perfecto quiere que el Espíritu Santo venga y examine nuestro ser más íntimo, que alumbre todos los lugares escondidos – que investigue, que exponga y desentierre todo lo que no es como Cristo. Sin embargo, aquellos que esconden un pecado secreto, no quieren ser hallados culpables, revisados o investigados.

 

El anhelo de un corazón perfecto va más allá de tener seguridad o tener los pecados cubiertos. Busca estar en la presencia de Dios siempre, mantenerse en comunión. Comunión significa hablar con el Señor, compartir dulcemente con él, buscar su rostro y conocer su presencia.

 

El examen de corazón del Señor no es vengativo, sino es para redimir. Su propósito no es hallarnos en pecado ni condenarnos, sino prepararnos para entrar en su santa presencia como vasos limpios y puros.