CELO POR LA CASA DE DIOS

Cuando Jesús anduvo en la tierra, testificó: “El celo por la casa de mi Padre me consume” (Ver Juan 2:16-17). Ahora, Su mensaje a los cristianos en Sardis, y a nosotros hoy, es este: “Disfrutaron de mi favor, con una buena reputación por doquier. Fueron bendecidos con adoración y predicación poderosa. Pero en vez de avanzar, comenzaron a pensar: ‘Hemos llegado.’ Así que se relajaron. Ya no estaban vigilantes y la indiferencia comenzó a tomar lugar. Ahora se han fijado en una zona espiritual cómoda. No han seguido realizando la misión que les he dado”.

La palabra de Dios nos enseña lo que sucede cuando abandonamos su casa y le damos primer lugar a nuestros propios intereses. Está todo ilustrado en el libro de Hageo.

Cuando Hageo profetizó, Dios había sacado recién a su pueblo de Babilonia y los había guiado de regreso a Jerusalén para reconstruir su casa. El Señor deseaba una “iglesia candelabro”, donde pudiese manifestar visiblemente su presencia entre su pueblo. Quería que la nación vea las vidas transformadas de los Israelitas y una tierra llena de su bendición y su gloria. Así que le ordenó a Israel: “Enfócate en mi iglesia -esa es tu primera misión. Si eres fiel en cuidar de mi casa, yo cuidaré de la tuya”.

La gente comenzó haciendo lo que el Señor les instruyó, comenzando a reconstruir su templo. Pero después de un tiempo, dijeron: “No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada.” (Hageo 1:2). La interpretación aquí es: “No tenemos tiempo para hacer ese trabajo. Estamos muy ocupados.” La verdad es que, se consumieron en construir sus propias casas magníficas y sus negocios.

¿Cuál fue la respuesta del Señor? Les dijo a través de Hageo: “Mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa” (1:9). El profeta estaba diciendo en esencia: “Dios los liberó y los puso en una misión de construir Su casa. Pero ustedes están tan ocupados construyendo sus propias casas que han abandonado la mía. Las preocupaciones del Señor ya no son su enfoque. Están atrapados por sus propios intereses.”

¿Eres culpable de la misma impureza? ¿Tienes la energía para correr a todas partes a atender tus propias preocupaciones -pero no tienes energía para los intereses del Señor? ¿Tienes tiempo para trabajar en tu propia casa, pero solo unas pocas horas el domingo por la mañana para la casa del Señor? ¿Te haces el tiempo para ir de compras o mirar televisión, pero tienes poco o nada de tiempo para la oración? Y aún más importante: ¿Tienes la capacidad de ser conmovido por estas palabras del Señor?”