JESÚS LO HARÁ by Gary Wilkerson

“Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor” (Marcos 5:25-26).

Considera la desesperada situación de esta mujer. Con el tiempo su condición iba de mal en peor. Sin embargo, cuando escuchó que Jesús iba pasando, “decía: ‘Si tocare tan solamente su manto, seré salva’” (5:28).

Escondida en su corazón estaba la fe de una semilla de mostaza, del tipo que crece hasta llegar a ser una planta grande y productiva. Su fe era tan grande que no necesitaba que Jesús viniera a ella, todo lo que ella necesitaba era alcanzarlo y tocarlo. Nota la última frase en su pensamiento: “seré salva”. Ella no solamente pensaba: “Jesús puede hacerlo si quiere”. Ella estaba convencida: “esto va a ocurrir porque Él es Dios”. Su fe era una roca sólida, real, la clase de fe que le cree a Dios por milagros basados en Su bondad.

Imagina lo que la condición de esta mujer le había hecho a su vida. En esos doce años su salud se había deteriorado hasta quedar débil. Quizá esto describe tu vida. Los problemas se han multiplicado, las cuentas se han amontonado y tus preocupaciones se han incrementado. Has visto que las oraciones de otras personas han sido respondidas, pero las tuyas parecen no ser oídas. Ahora el clamor de tu corazón es: “¿Por cuánto tiempo más, Señor? ¿Por qué debería seguir esperando que me escuches?

Amo la fe de esta mujer. Nada había funcionado para ella, sin embargo alcanzó a Jesús con una fe que cree: “O muero de esta enfermedad, o seré sana hoy día”. Su fe no fue simplemente “Jesús puede”, sino “Jesús lo hará”.
Mientras tocaba el manto de Jesús “en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? (5:29-30).

Note que Jesús no inició esta sanidad, la fe de la mujer lo hizo. Jesús mismo dijo: “Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote” (5:34). Su fe estaba basada en la bondad de Dios y ella declaró: “Señor, incluso si has olvidado mi necesidad, yo no he olvidado tu fidelidad”. Su historia nos dice que podemos tener la misma clase de fe, aquella que dice: “Señor, Tú lo harás”.