EL SEÑOR, JUSTICIA NUESTRA

“En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 33:15). ¿A qué “días” se está refiriendo Dios aquí? Él está hablando del tiempo cuando se cumpliría la visión, y el “Renuevo de justicia” que él menciona, ¡no es otro que el Señor Jesucristo!

Amados, Dios ha cumplido esta visión a través de la muerte y la resurrección de Su Hijo Jesucristo. Él ha establecido Su iglesia, y el nombre de esta iglesia no es ni bautista, ni pentecostal, ni ningún otro nombre sino: “Jehová, justicia nuestra” (Versículo 16).

Pero la noticia más maravillosa de todas es que Dios dice de esta iglesia: “Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré” (Versículo 9).

El significado literal de esta última frase es: “Ellos se estremecerán y se asombrarán, sobrecogidos y llenos de temor de Dios”. Dios estaba diciendo: “¡Voy a hacer algo tan asombroso, tan claramente lleno de Mi paz y verdad abundante, que Mi pueblo temblará con temor!”.

Pero, ¿Qué causará este temor y temblor? ¿Será un mensaje duro de juicio? ¿Predicación legalista? ¿Una expresión de la ira de Dios? ¡No! Todo el temor y el temblor vendrán por la revelación de la bondad de Dios y por la expresión de Su bendición inmerecida, dándole a su pueblo paz y reposo abundante.

Cuando el Señor prometió ser la justicia de su pueblo por fe, ¿Acaso repentinamente los israelitas comenzaron a caminar descuidadamente, bajando sus estándares de santidad? No, de ninguna manera. En vez de eso, ¡Su promesa de paz y reposo les hizo temblar de temor!

Vemos un cuadro de este temblor santo en Marcos 4. Cuando una tormenta amenazaba las vidas de los discípulos, Jesús reprendió al viento y el mar diciendo: "Calla, enmudece” (Marcos 4:39). ¿Cómo reaccionaron los discípulos frente a esto? Las Escrituras dicen: “Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” (Versículo 31).

¿Por qué estos hombres “temieron con gran temor”? Fue porque Él calmó la tormenta, trayendo paz y calma. Es decir, temblaron al ver la bondad que Cristo mostró a sus seguidores infieles, no merecedores de ella.