NUESTRA CRISIS ANTE LA CRUZ

¿Cómo obtenemos la victoria de Jesús en nuestras vidas? ¿Cómo nos apropiamos de Su resurrección y vida nueva?

Primero, déjeme preguntarle: ¿Cómo sabe usted que es salvo? Por supuesto, es por fe. El conocimiento de nuestra salvación viene únicamente por fe en la Palabra de Dios.

De la misma manera, nosotros debemos tomar la cruz, abrazarla y recibir victoria por fe en el poder existente en la sangre derramada por Jesús. Nosotros debemos admitir, “Dios, yo no tengo poder. Yo no cuento con la habilidad para librarme o para crucificarme a mí mismo, o ningún poder sobre el pecado. Rindo todos mis propios esfuerzos para morir al pecado.”

Por fe, nosotros “en Cristo” - debemos disfrutar de los todos los beneficios que Él ha alcanzado. Usted observa cómo desde el mismo momento en que nacimos de nuevo, nosotros hemos estado en Cristo - y esto significa que nosotros entramos en todo aquéllo que le sucedió a Él. Esto incluye Sus victorias así como Su crucifixión. Si nosotros estamos de acuerdo con la Palabra de Dios acerca de que nuestros pecados son malvados en exceso, entonces debemos estar de acuerdo con las buenas cosas que la cruz ofrece. Éstas son nuestras -porque Jesús las obtuvo para nosotros.

La Palabra de Dios dice que una vez que nosotros abrazamos la cruz somos crucificados en Cristo y resucitados con Él en una nueva vida. ¡Somos hechos libres! Podemos ofrecer nuestros cuerpos al servicio del Señor y ofrecer nuestros miembros como instrumentos de rectitud.

En ciertos momentos usted puede tropezar debido a incredulidad, pero usted puede agarrarse de la verdad que dice que al final la victoria es suya porque usted clamó, “Señor, yo voy a confiar en Ti hasta que la victoria llegue.”

Yo le agradezco a Dios por la cruz de Cristo y le agradezco por sus crisis. Por experiencia sé que la mejor “predicación sobre gracia” en el mundo es el predicar sobre la cruz. ¿Ha usted traído su crisis ante la cruz? ¿Qué tal sobre aquélla atadura de la cual usted desea ser liberado?

Hay liberación para usted hoy, pero ésta no vendrá hasta que usted se postre delante de Jesús y traiga su crisis frente a Su cruz. Ahí usted deberá estar de acuerdo con Su palabra: “Yo no puedo continuar más en mi pecado, no por una hora más. ¡Dios, te la traigo a ti hoy!