LA MISION DE LA IGLESIA by Gary Wilkerson
Usted puede preguntarse, “¿cuál es la misión de la iglesia?” Para contestar dicha pregunta yo sugiero que observemos la misión de Jesucristo. Cuando nosotros comprendemos Su misión en la tierra, entonces conoceremos la misión de la iglesia. Cuando nosotros sabemos en qué estaba involucrado Jesús, entonces conoceremos lo que nosotros, la iglesia, está destinada a hacer.
La misión de Jesús fue la misma que la de Su Padre. Él vino, Él habló, Él predicó. Él abrió Su boca y dijo, “Yo quiero la voluntad de mi Padre sea hecha en la tierra así como en el cielo” (ver Mateo 6:9-13 y Juan 6:38). “... entonces conoceréis que yo soy y que nada hago por mí mismo, sino que, según me enseñó el Padre, así hablo, porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.” (Juan 8:28-29, RV1995). Jesús está diciendo, “Yo no hago nada a menos de que yo escuche o vea al Padre haciéndolo. El Padre obra a través de mí.”
Toda la gloria, todo el poder, toda la autoridad de Jesús provino del Padre pero después ésta fue le dada al mundo a través del Él. En muchas ocasiones en la iglesia nuestra necesidad más grande es dejar que salga al mundo lo que recibimos de Él. Dios nos dio a nosotros, nosotros recibimos y después nos detenemos. Dios quiere continuar derramando Su bendición sobre su iglesia y Él lo hará mientras nosotros sigamos compartiéndola. Nosotros recibimos y después damos. Posteriormente recibimos más y damos más, y de nuevo recibimos.
A veces la bendición de Dios se frena porque nosotros solamente queremos recibir y no dar. Siempre cuando la iglesia no da ésta empieza a distorsionarse y deja de ser como Jesús.
Jesús vino a la tierra con la misión de Dios en Su corazón. Jesús predica las Buenas nuevas a los pobres, Él libera a los cautivos y a aquéllos que se encuentran bajo ataduras. Él sana al enfermo. ¡Él proclama el año de libertad a todos quienes se encuentran en esclavitud -y ésta es la misión de la iglesia!
La misión de Jesús fue la misma que la de Su Padre. Él vino, Él habló, Él predicó. Él abrió Su boca y dijo, “Yo quiero la voluntad de mi Padre sea hecha en la tierra así como en el cielo” (ver Mateo 6:9-13 y Juan 6:38). “... entonces conoceréis que yo soy y que nada hago por mí mismo, sino que, según me enseñó el Padre, así hablo, porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.” (Juan 8:28-29, RV1995). Jesús está diciendo, “Yo no hago nada a menos de que yo escuche o vea al Padre haciéndolo. El Padre obra a través de mí.”
Toda la gloria, todo el poder, toda la autoridad de Jesús provino del Padre pero después ésta fue le dada al mundo a través del Él. En muchas ocasiones en la iglesia nuestra necesidad más grande es dejar que salga al mundo lo que recibimos de Él. Dios nos dio a nosotros, nosotros recibimos y después nos detenemos. Dios quiere continuar derramando Su bendición sobre su iglesia y Él lo hará mientras nosotros sigamos compartiéndola. Nosotros recibimos y después damos. Posteriormente recibimos más y damos más, y de nuevo recibimos.
A veces la bendición de Dios se frena porque nosotros solamente queremos recibir y no dar. Siempre cuando la iglesia no da ésta empieza a distorsionarse y deja de ser como Jesús.
Jesús vino a la tierra con la misión de Dios en Su corazón. Jesús predica las Buenas nuevas a los pobres, Él libera a los cautivos y a aquéllos que se encuentran bajo ataduras. Él sana al enfermo. ¡Él proclama el año de libertad a todos quienes se encuentran en esclavitud -y ésta es la misión de la iglesia!