LISTOS PARA PERDONAR

Es bien sabido que el Rey David cayó en un pecado horrible, al cometer adulterio y ocultarlo con un homicidio. Además, sabemos que David estaba lleno del Espíritu Santo, así que debe haberse sentido miserable.
El profeta Natán lo confrontó diciendo: “Has traído el reproche en el nombre de Dios”. David solo pudo soportar durante cierto tiempo el peso de los horribles actos que había perpetrado y de inmediato confesó y se arrepintió. Inclusive, mientras lloraba, Natán le aseguró: “También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás” (2 Samuel 12:13).
Sin embargo, escuchar esa seguridad no fue suficiente para David. Como ves, una cosa es ser perdonado y otra muy distinta, es ser libre y estar en orden con el Señor. David sabía que el perdón era la parte fácil. Ahora quería poner las cosas en orden con Dios, para poder recuperar su gozo. Entonces él clamó: “No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu” (Salmos 51:11).
El Salmo 51 fue escrito de acuerdo a la manera en que David recordó la naturaleza misericordiosa y paciente del Señor. En el versículo inicial, él apela al tierno perdón de Dios: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones”.
David sabía exactamente qué hacer. ¡Él clamó! “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias” (34:6).
“Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos…Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias” (Salmos 34:15 y 17).
Querido santo, tu victoria sobre cada batalla es aprender a poseer esta confianza: No importa cuán gravemente hayas caído, tú sirves a un Señor que está listo para perdonar. De hecho, él está ansioso por sanarte. Él posee más misericordia hacia ti de lo que alguna vez podrías necesitar.