LA ASOMBROSA OFERTA DE MISERICORDIA DE DIOS

Hoy se habla mucho sobre la terrible condición de nuestro mundo. Nación tras nación está preocupada, al borde del desastre económico. Sin embargo, en medio de todo el temor y la agitación, Dios sigue amando y salvando almas perdidas.
Su maravillosa obra de salvación nunca cambia; no se ve afectada por la economía. Su amoroso Espíritu Santo no se ve obstaculizado por las condiciones de Wall Street ni por las vacilantes finanzas globales. El poder salvador de Dios nunca ha sido limitado por la reducción de cuentas bancarias.
El hecho es que nuestro Señor nunca enmienda Sus promesas. Siempre son “sí y amén” en todo momento y en cada circunstancia (ver 2 Corintios 1:20). Dios no nos prometió proveer todas nuestras necesidades excepto cuando estamos desempleados. Y Él no prometió ser Jehová Jireh, nuestro proveedor, excepto cuando los tiempos económicos son aterradores.
¡Las promesas de nuestro Señor nunca cambian! Y eso incluye Su promesa de salvar a los perdidos. Cuando Dios nos ordenó ir a todo el mundo para ganar a los perdidos, Él no incluyó una cláusula de exención. Él no dijo: “Predicad el evangelio de mi Hijo Jesucristo a todas las naciones, excepto en tiempos difíciles”. Y Él nunca dijo: “Creed por la salvación de muchos, excepto cuando hay un gran temblor en el mundo”.
Gracias a Dios, Él nunca dijo que el mundo es demasiado malo, demasiado duro, demasiado dado a la lujuria para ser alcanzado por Sus Buenas Nuevas. En ningún momento de la historia, el Señor ha limitado Sus tiernas misericordias y nunca lo hará. En este momento, América y el resto del mundo todavía podrían ser librados del juicio, si hubiera verdadero arrepentimiento. Por supuesto, tal arrepentimiento requeriría una gran humillación y un regreso masivo al Señor. Pero nuestro Dios nunca ha rescindido Su asombrosa oferta de misericordia.