EL ACTUAL EJÉRCITO DE RESPALDO DE DIOS

Quiero hablar a todo creyente que no puede viajar al campo misionero, debido a diversas circunstancias. Me estoy refiriendo a aquéllos que son fieles en oración, que hacen el sacrificio de dar, que apoyan económicamente la obra misionera. A todos esos creyentes, les doy un claro mensaje de 1 Samuel 30:24 “Conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual”. Ustedes son la línea de suministro del frente de batalla y los despojos de la guerra son de ustedes, también.

En aquel glorioso día, cuando nuestra batalla haya acabado, cuando finalmente podamos bajar nuestras espadas espirituales, muchos estarán delante del Señor pensando que tienen las manos vacías. Estos santos desconocidos dirán dentro de sí: “No tengo nada que presentarle al Señor, no hice nada de nada. Nunca llevé almas a Cristo”.

Sin embargo, ¡qué glorioso momento les espera, cuando Jesús comience a repartir los despojos! Estarán abrumados de gozo, a medida que sus ojos se abran para ver cuán importante fueron ellos para la batalla. ¡Los que pensaron que no tenían buenas obras que presentar, compartirán equitativamente los despojos! Entre ellos, habrá viudas, personas aisladas y jubiladas, quienes dieron con sacrificio para apoyar la obra misionera.

Mientras pienso en estos santos desconocidos, me imagino a las mujeres norteamericanas que mantuvieron el frente de sus hogares durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras sus esposos, hermanos y novios peleaban en el frente de batalla, en el Pacífico, Europa y África, estas mujeres estaban a cargo de inmensas líneas de producción. Trabajaban duro, a toda hora, sudando, mientras que los fuertes ruidos de la planta zumbaban constantemente en sus oídos.

Las circunstancias no permitieron que estas mujeres estén en el frente de batalla. Así que “se quedaron con el bagaje” apoyando a sus seres queridos. Y, sin el fruto de dicha labor, de su fiel producción en aquellas líneas de ensamblaje, la guerra nunca se habría ganado.

Amados, esta es la verdadera figura, en la eternidad, de todo santo desconocido que piensa que no tiene nada que presentarle a Jesús.