SACANDO AGUA DEL RÍO DE VIDA
¿Por qué algunos creyentes están llenos de paz y de gozo, irradiando el resplandor de vida y salud espiritual a todos los que conocen? ¿Es quizás porque no tienen mis problemas? ¡No! La verdad es que probablemente tengan más problemas que tú, ¡de hecho más que la mayoría!
Pero estos santos han aprendido el secreto de echar raíces en el río de Dios. Si estás arraigado en el río, no necesitarás un avivamiento; no necesitarás una lluvia de bendiciones; no necesitarás un derramamiento especial; no necesitarás un diluvio de victorias repentinas. Y debido a que gozas de un flujo constante de agua viva, estás constantemente moviéndote del desierto a la bendición, de lo bajo a lo alto, de frialdad a avivamiento. El hambre espiritual no te tocará, el calor abrazador de la apostasía no te derribará ¡porque tú estás absorbiendo agua del río de vida!
Si tuviera que elegir entre el avivamiento y las raíces, yo elegiría, a ojos cerrados, echar raíces. Ya que mucho tiempo después de que el avivamiento haya terminado, yo seguiré floreciendo a causa de mis raíces, las cuales me proveerán diariamente de todo lo que necesito.
Ezequiel vio un río de vida que brotaba desde el santuario. "Y junto al río, en la ribera…crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto...porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina" (Ezequiel 47:12).
Dios le mostró a este profeta un río que salía de Su santo templo. Y con el paso del tiempo, pasó de ser un pequeño arroyo a un torrente en el que se podía nadar. Ezequiel vio a un hombre que medía la creciente corriente de vida, hasta que se convirtió en "un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado" (Ezequiel 47:5). Como puedes ver, la iglesia primitiva experimentó el agua que le llegaba hasta los tobillos; en la Reforma el agua llegaba hasta los lomos. Y en estos tiempos, ¡las aguas han crecido tanto que ahora podemos nadar!
En las orillas de este río hay muchos árboles, todos verdes y cargados de fruto. ¿Quiénes son estos árboles? Son todos aquellos que han echado sus raíces de confianza en Él. "Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río" (Ezequiel 47:9).
Pero estos santos han aprendido el secreto de echar raíces en el río de Dios. Si estás arraigado en el río, no necesitarás un avivamiento; no necesitarás una lluvia de bendiciones; no necesitarás un derramamiento especial; no necesitarás un diluvio de victorias repentinas. Y debido a que gozas de un flujo constante de agua viva, estás constantemente moviéndote del desierto a la bendición, de lo bajo a lo alto, de frialdad a avivamiento. El hambre espiritual no te tocará, el calor abrazador de la apostasía no te derribará ¡porque tú estás absorbiendo agua del río de vida!
Si tuviera que elegir entre el avivamiento y las raíces, yo elegiría, a ojos cerrados, echar raíces. Ya que mucho tiempo después de que el avivamiento haya terminado, yo seguiré floreciendo a causa de mis raíces, las cuales me proveerán diariamente de todo lo que necesito.
Ezequiel vio un río de vida que brotaba desde el santuario. "Y junto al río, en la ribera…crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto...porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina" (Ezequiel 47:12).
Dios le mostró a este profeta un río que salía de Su santo templo. Y con el paso del tiempo, pasó de ser un pequeño arroyo a un torrente en el que se podía nadar. Ezequiel vio a un hombre que medía la creciente corriente de vida, hasta que se convirtió en "un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado" (Ezequiel 47:5). Como puedes ver, la iglesia primitiva experimentó el agua que le llegaba hasta los tobillos; en la Reforma el agua llegaba hasta los lomos. Y en estos tiempos, ¡las aguas han crecido tanto que ahora podemos nadar!
En las orillas de este río hay muchos árboles, todos verdes y cargados de fruto. ¿Quiénes son estos árboles? Son todos aquellos que han echado sus raíces de confianza en Él. "Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río" (Ezequiel 47:9).