CADA OBRA GLORIOSA by Gary Wilkerson
Dios está detrás de toda obra gloriosa y no compartirá Su gloria. Él no permitirá que ningún obstáculo se interponga en el camino del brillo resplandeciente de su Hijo. Por lo tanto, Él necesita vasos limpios para hacer Su obra. En el momento cumbre, cuando Sus bendiciones y poder están fluyendo libremente a través de Su pueblo, Él les dice: “Detente ahora y pon todo en pausa. Quiero que examines tu corazón”.
Esa es la palabra que yo sentí que Dios quería que predicara cuando celebramos nuestro tercer aniversario como iglesia. Puedes imaginarte mi titubeo. Me imaginé a toda la congregación mirándome perpleja y pensando: “¡Un momento! Nos estás diciendo todo está muy bien, pero entonces miras a tu alrededor y dices que necesitamos cambiar”. Sería como el marido que lleva a su esposa a cenar para su aniversario y dice: “Cariño, quería que hablemos sobre el peso extra que has ganado”.
Eso no es exactamente lo que se siente cuando Dios nos pide que nos examinarnos a nosotros mismos, porque después de todo, estamos conscientes de que nuestra justicia es como trapos de inmundicia, que necesitamos de Su gracia. Pero el hecho es que, justo cuando estamos al borde de la mayor obra de Dios en nuestras vidas, Él nos pide reflexionar sobre estas preguntas: “¿Hay algo en mi corazón que sea desagradable para el Señor? ¿He dejado de hacer algo que Él me ha pedido? No quiero tener nada en mi vida que obstaculice lo que Dios quiere hacer”.
Dios siempre está trayendo a Su pueblo a este punto. ¿Por qué? Porque antes de que pueda llevar a cabo lo mejor, tiene que hacer algo profundo en nosotros. Él quiere darnos Su victoria, pero también quiere nuestra devoción completa a Él.
¿En qué cosa de tu vida el Señor está poniendo Su dedo? ¿Es para quitar una cosa pequeña? ¿O para agregar algo que has descuidado? No te demores en tu respuesta a la voz fiel del Espíritu. Tratar con una cosa pequeña puede determinar tu futuro. ¿Vas a examinar aquello? Si es así, debes saber que lo mejor de Dios está por delante, y puedes estar seguro que has agradado a Aquel que te quiere bendecir.
“Probemos y examinemos nuestros caminos” (Lamentaciones 3:40).
Esa es la palabra que yo sentí que Dios quería que predicara cuando celebramos nuestro tercer aniversario como iglesia. Puedes imaginarte mi titubeo. Me imaginé a toda la congregación mirándome perpleja y pensando: “¡Un momento! Nos estás diciendo todo está muy bien, pero entonces miras a tu alrededor y dices que necesitamos cambiar”. Sería como el marido que lleva a su esposa a cenar para su aniversario y dice: “Cariño, quería que hablemos sobre el peso extra que has ganado”.
Eso no es exactamente lo que se siente cuando Dios nos pide que nos examinarnos a nosotros mismos, porque después de todo, estamos conscientes de que nuestra justicia es como trapos de inmundicia, que necesitamos de Su gracia. Pero el hecho es que, justo cuando estamos al borde de la mayor obra de Dios en nuestras vidas, Él nos pide reflexionar sobre estas preguntas: “¿Hay algo en mi corazón que sea desagradable para el Señor? ¿He dejado de hacer algo que Él me ha pedido? No quiero tener nada en mi vida que obstaculice lo que Dios quiere hacer”.
Dios siempre está trayendo a Su pueblo a este punto. ¿Por qué? Porque antes de que pueda llevar a cabo lo mejor, tiene que hacer algo profundo en nosotros. Él quiere darnos Su victoria, pero también quiere nuestra devoción completa a Él.
¿En qué cosa de tu vida el Señor está poniendo Su dedo? ¿Es para quitar una cosa pequeña? ¿O para agregar algo que has descuidado? No te demores en tu respuesta a la voz fiel del Espíritu. Tratar con una cosa pequeña puede determinar tu futuro. ¿Vas a examinar aquello? Si es así, debes saber que lo mejor de Dios está por delante, y puedes estar seguro que has agradado a Aquel que te quiere bendecir.
“Probemos y examinemos nuestros caminos” (Lamentaciones 3:40).