EN EL RÍO DE DIOS

Porque será como el árbol plantado junto a las aguas” (Jeremías 17:8). Aquí encontramos el secreto de cómo vivir en una constante esperanza; el secreto de estar llenos de gozo y de paz en el Espíritu Santo. No se encuentra en tratar de corregirnos ni en hacerle a Dios promesas que no podremos cumplir.

Aquel que experimenta esta promesa, ya no puede ser herido por las personas, porque no tiene sus esperanzas en éstas. Todas sus expectativas están en el Señor. A él no le importa lo que diga o haga la gente; sus ojos están sólo en el Señor. ¡Y el Señor nunca le falla ni lo decepciona!

"Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces" (Jeremías 17:8). Una asombrosa palabra hebrea es usada aquí cuando leemos "plantado"; de hecho significa “trasplantado”. La fe desarraiga todos los arbustos secos y sin fruto del desierto, que son feos, están estériles y quemados; y los trasplanta junto a las aguas vivas que fluyen desde el Líbano.

David dijo: "Del río sus corrientes alegran la ciudad [el pueblo] de Dios…Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana" (Salmos 46:4-5). Y David le dijo a Dios: "Visitas la tierra, y la riegas; en gran manera la enriqueces; con el río de Dios, lleno de aguas…Bendices sus renuevos" (Salmos 65:9-10).

Echa tus raíces en lo profundo de Su río y no tendrás temor cuando venga el calor. Porque tu "hoja [aspecto] estará verde [fresco, vivo]" (Jeremías 17:8). La sequía, las palabras áridas, no te afectarán, y darás fruto constantemente.

No estarás continuamente cansado, llorando, solo, seco ni sintiéndote abandonado. En lugar de ello, podrás ser trasplantado tan sólo poniendo en Él tu confianza y tu fe al descansar en Su Palabra. Y pronto crecerán tus raíces en lo profundo de Su río de vida.