LE VEREMOS
“Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:11).
Un cuerpo de carne y hueso fue colocado en la tumba, y fue un cuerpo de carne y hueso resucitado el que tocó Tomás (ver Juan 20:26-29). Él tocó sus manos y puso su mano en su costado. ¡Este era realmente un hombre glorificado, que ascendió al Padre! Jesús no se evaporó delante de ellos, Él fue levantado en una nube hasta que se perdió de vista. Qué increíble momento debe haber sido: Jesús brillando, radiante de gloria, con su rostro hacia el cielo, siendo levantado lentamente sobre ellos. ¡Los apóstoles deben haber caído de rodillas!
Vieron todo el advenimiento con sus ojos fijos en Él: “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo” (Hechos 1:10). ¡No sucedió que ellos pestañearon y Jesús se había ido! Es cierto que seremos cambiados en un abrir y cerrar de ojos: “todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta” (1 Corintios 15:51-52). Pablo está hablando de nuestro cambio corporal cuando “seremos arrebatados juntamente con ellos [los muertos resucitados] en las nubes para recibir al Señor en el aire” (1 Tesalonicenses 4:17). Él vendrá rápida y repentinamente, y nosotros seremos transformados corporalmente en un momento.
El escritor del libro de Hebreos sugiere que el pueblo de Dios verá que el día se acerca: “No dejando de congregarnos…sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Hebreos 10:25). “Pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron” (Apocalipsis 1:7). “Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes” (Apocalipsis 22:4). “Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hechos 7:55). Esteban es un tipo de aquellos que viven en los últimos días “llenos del Espíritu Santo”, a quienes les serán dados ojos abiertos y un cielo abierto. ¡Veremos a Jesús viniendo en gloria con todos los santos ángeles y veremos el manto de Su gloria!
Un cuerpo de carne y hueso fue colocado en la tumba, y fue un cuerpo de carne y hueso resucitado el que tocó Tomás (ver Juan 20:26-29). Él tocó sus manos y puso su mano en su costado. ¡Este era realmente un hombre glorificado, que ascendió al Padre! Jesús no se evaporó delante de ellos, Él fue levantado en una nube hasta que se perdió de vista. Qué increíble momento debe haber sido: Jesús brillando, radiante de gloria, con su rostro hacia el cielo, siendo levantado lentamente sobre ellos. ¡Los apóstoles deben haber caído de rodillas!
Vieron todo el advenimiento con sus ojos fijos en Él: “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo” (Hechos 1:10). ¡No sucedió que ellos pestañearon y Jesús se había ido! Es cierto que seremos cambiados en un abrir y cerrar de ojos: “todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta” (1 Corintios 15:51-52). Pablo está hablando de nuestro cambio corporal cuando “seremos arrebatados juntamente con ellos [los muertos resucitados] en las nubes para recibir al Señor en el aire” (1 Tesalonicenses 4:17). Él vendrá rápida y repentinamente, y nosotros seremos transformados corporalmente en un momento.
El escritor del libro de Hebreos sugiere que el pueblo de Dios verá que el día se acerca: “No dejando de congregarnos…sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Hebreos 10:25). “Pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron” (Apocalipsis 1:7). “Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes” (Apocalipsis 22:4). “Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hechos 7:55). Esteban es un tipo de aquellos que viven en los últimos días “llenos del Espíritu Santo”, a quienes les serán dados ojos abiertos y un cielo abierto. ¡Veremos a Jesús viniendo en gloria con todos los santos ángeles y veremos el manto de Su gloria!