LA OBRA DE GRACIA by Gary Wilkerson
¡Cristo no necesita nuestra ayuda con Su obra de gracia!
Te puedes preguntar: “¿Yo no tengo parte en la obra de la gracia?” Si tratas de traer algo a la obra de Cristo, sólo lo estropearás. Es imposible añadir a Su gloriosa gracia con nuestros trapos de iniquidad. Nosotros no contenemos gracia, sólo la recibimos. Podemos darla, pero es la gracia de Dios, no la nuestra.
A eso se refiere Hebreos 10:29 cuando dice que “pisoteamos” la sangre de Cristo cuando tratamos de añadir algo a la gracia de Dios. En realidad solo la diluimos, insultando la gloriosa obra que Él ha hecho. De hecho, en un momento dado estamos operando en uno de dos modos: (1) O estamos permitiendo que Dios nos diga que somos insuficientes, y aceptamos la totalidad de su gracia; ó (2) estamos tildando a Su gracia de insuficiente y tratando de agregar nuestros esfuerzos a ella.
Podrías decir: “Pero si yo creyera eso, nunca haría nada por Dios.” En realidad, pasa justo lo contrario. Cuando vives en la gracia de Cristo, haces más obras que nunca, porque las haces con alegría y no con un sentido de obligación a regañadientes. Vas a la oración porque amas la santidad de Dios; estudias Su Palabra no porque contiene tu lista de cosas por hacer para el día a día, sino porque es la fuente de tu vida, tu manantial de paz, alegría y dirección.
En pocas palabras, la gracia te faculta para realizar acciones piadosas. Así que si te sientes miserable en tu caminar con Cristo, si estás cansado y vas a la iglesia porque temes por tu salvación, entonces has dejado de apropiarte de Su gracia. Ahora mismo, Él te está invitando a volver, diciendo: “Ven al pacto que tengo con el Padre. Quiero derramar Mi gracia sobre ti, darte poder con Mi Espíritu de por vida”.
Por medio de Él estamos completamente limpios, totalmente en paz con Dios, y abundando en Su gracia. No podemos añadir nada a Su obra terminada, Su gracia es totalmente suficiente. ¡Es nuestra labor recibir el regalo glorioso y caminar en la gracia con alegría!
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2: 8-9).
Te puedes preguntar: “¿Yo no tengo parte en la obra de la gracia?” Si tratas de traer algo a la obra de Cristo, sólo lo estropearás. Es imposible añadir a Su gloriosa gracia con nuestros trapos de iniquidad. Nosotros no contenemos gracia, sólo la recibimos. Podemos darla, pero es la gracia de Dios, no la nuestra.
A eso se refiere Hebreos 10:29 cuando dice que “pisoteamos” la sangre de Cristo cuando tratamos de añadir algo a la gracia de Dios. En realidad solo la diluimos, insultando la gloriosa obra que Él ha hecho. De hecho, en un momento dado estamos operando en uno de dos modos: (1) O estamos permitiendo que Dios nos diga que somos insuficientes, y aceptamos la totalidad de su gracia; ó (2) estamos tildando a Su gracia de insuficiente y tratando de agregar nuestros esfuerzos a ella.
Podrías decir: “Pero si yo creyera eso, nunca haría nada por Dios.” En realidad, pasa justo lo contrario. Cuando vives en la gracia de Cristo, haces más obras que nunca, porque las haces con alegría y no con un sentido de obligación a regañadientes. Vas a la oración porque amas la santidad de Dios; estudias Su Palabra no porque contiene tu lista de cosas por hacer para el día a día, sino porque es la fuente de tu vida, tu manantial de paz, alegría y dirección.
En pocas palabras, la gracia te faculta para realizar acciones piadosas. Así que si te sientes miserable en tu caminar con Cristo, si estás cansado y vas a la iglesia porque temes por tu salvación, entonces has dejado de apropiarte de Su gracia. Ahora mismo, Él te está invitando a volver, diciendo: “Ven al pacto que tengo con el Padre. Quiero derramar Mi gracia sobre ti, darte poder con Mi Espíritu de por vida”.
Por medio de Él estamos completamente limpios, totalmente en paz con Dios, y abundando en Su gracia. No podemos añadir nada a Su obra terminada, Su gracia es totalmente suficiente. ¡Es nuestra labor recibir el regalo glorioso y caminar en la gracia con alegría!
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2: 8-9).