LA VIDA DE FE by Gary Wilkerson
A la mayoría de nosotros nos gustaría tener la habilidad de hacer ciertas cosas en la vida que no podemos hacer. Estoy hablando de cosas que no son sólo difíciles, sino imposibles.
Incluso los más devotos seguidores de Jesús no pueden arreglar ciertas cosas, pero conocemos a Aquel que sí puede. Lo maravilloso de la vida en Cristo es que llegamos a participar en cosas increíbles que no podríamos hacer por nosotros mismos. De hecho, Jesús nos llama a participar con Él en lograr lo que no podemos hacer por nosotros mismos: ver a nuestros seres queridos llegar a la fe; ver matrimonios rotos restaurados y sanados; ver a los que no son salvos en nuestra comunidad rescatados de una eternidad sin esperanza. A través de nuestra fe en Jesús, podemos llegar a ver, e incluso tomar parte, en este tipo de cosas que se logran por Su poder, majestad y autoridad.
Hebreos 11 es el capítulo conocido como el “Salón de la Fe”, pues lista figuras bíblicas que agradaron a Dios por medio de grandes actos de fe. Desde Abraham a Sarah, hasta David, hasta Samuel, hasta Gedeón y muchos otros, vemos creyentes elogiados, no por sus talentos o logros, sino por confiar en Dios para hacer lo que estaba más allá de sus habilidades. Juntos conforman “una enorme multitud de testigos de la vida de fe” (Hebreos 12: 1 NTV).
Esa frase en cursiva nos dice que hay una vida de fe para ser vivida. Y para obtener esa vida, se nos insta a dejar a un lado todo peso que nos impide confiar en fe: “despojémonos todo peso” (12:1). ¿Cuáles son estos pesos, estos obstáculos a la fe? Conozco a muchos cristianos que están sobrecargados de incredulidad. A medida que consideran sus circunstancias piensan: “Mi necesidad nunca será satisfecha. He orado sin cesar y he pedido a otros que oren por mí, incluyendo líderes de la iglesia, pero la respuesta nunca llega. He intentado de todo y nada funciona”.
El problema de muchos es que miran a sus circunstancias más que al Dios que controla todas las circunstancias. Su fe queda estancada por un “peso que [les impide] correr" (12:1 NTV). Les puedo asegurar, lo que Dios ha prometido nunca puede ser destruido. Cada palabra que Él ha enviado será cumplida finalmente. Satanás lo sabe, y lo único que puede hacer es tratar de frenar los propósitos de Dios para nosotros convenciéndonos de sumirnos en nuestras dificultades. Si tu situación parece desesperada, la vida de fe te llama a creer: “Un día Dios cumplirá lo que soy incapaz de concebir ahora”.
Incluso los más devotos seguidores de Jesús no pueden arreglar ciertas cosas, pero conocemos a Aquel que sí puede. Lo maravilloso de la vida en Cristo es que llegamos a participar en cosas increíbles que no podríamos hacer por nosotros mismos. De hecho, Jesús nos llama a participar con Él en lograr lo que no podemos hacer por nosotros mismos: ver a nuestros seres queridos llegar a la fe; ver matrimonios rotos restaurados y sanados; ver a los que no son salvos en nuestra comunidad rescatados de una eternidad sin esperanza. A través de nuestra fe en Jesús, podemos llegar a ver, e incluso tomar parte, en este tipo de cosas que se logran por Su poder, majestad y autoridad.
Hebreos 11 es el capítulo conocido como el “Salón de la Fe”, pues lista figuras bíblicas que agradaron a Dios por medio de grandes actos de fe. Desde Abraham a Sarah, hasta David, hasta Samuel, hasta Gedeón y muchos otros, vemos creyentes elogiados, no por sus talentos o logros, sino por confiar en Dios para hacer lo que estaba más allá de sus habilidades. Juntos conforman “una enorme multitud de testigos de la vida de fe” (Hebreos 12: 1 NTV).
Esa frase en cursiva nos dice que hay una vida de fe para ser vivida. Y para obtener esa vida, se nos insta a dejar a un lado todo peso que nos impide confiar en fe: “despojémonos todo peso” (12:1). ¿Cuáles son estos pesos, estos obstáculos a la fe? Conozco a muchos cristianos que están sobrecargados de incredulidad. A medida que consideran sus circunstancias piensan: “Mi necesidad nunca será satisfecha. He orado sin cesar y he pedido a otros que oren por mí, incluyendo líderes de la iglesia, pero la respuesta nunca llega. He intentado de todo y nada funciona”.
El problema de muchos es que miran a sus circunstancias más que al Dios que controla todas las circunstancias. Su fe queda estancada por un “peso que [les impide] correr" (12:1 NTV). Les puedo asegurar, lo que Dios ha prometido nunca puede ser destruido. Cada palabra que Él ha enviado será cumplida finalmente. Satanás lo sabe, y lo único que puede hacer es tratar de frenar los propósitos de Dios para nosotros convenciéndonos de sumirnos en nuestras dificultades. Si tu situación parece desesperada, la vida de fe te llama a creer: “Un día Dios cumplirá lo que soy incapaz de concebir ahora”.