DAME TODOS TUS MAÑANAS
Un día el Señor se le apareció a Abraham y le dió un increíble mandato: “Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.” (Génesis 12:1).
¡Qué cosa tan maravillosa! De repente, Dios escogió a un hombre y le dijo “Quiero que te levantes y te vayas, dejando todo atrás: tu casa, tus familiares, e inclusive tu país. Quiero enviarte a otro lugar, yo te guiaré a lo largo de tu jornada.”
¿Cómo respondió Abraham a esta increíble palabra del Señor? “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.” (Hebreos 11:8).
¿Qué estaba haciendo Dios? ¿Por qué buscaría entre las naciones a un hombre, y luego le pediría que lo abandone todo y emprenda un viaje sin ningún mapa, sin dirección preconcebida, sin saber cual sería su destino? Piense en lo que Dios le estaba pidiendo a Abraham. Él nunca le mostró cómo iba a alimentar y a cuidar a su familia. Él no le dijo qué tan lejos tendría que ir ni cuando él llegaría a su destino. Al principio solamente él le dijo dos cosas: “Ve”, y, “Te mostraré el camino.”
En esencia, Dios le dijo a Abraham, “Desde este día en adelante, quiero que me entregues todos tus mañanas. Día tras día, tú vivirás el resto de tu vida poniendo tu futuro en mis manos. Abraham, te estoy pidiendo que comprometas tu vida a la promesa que te estoy dando. Si tú te comprometes a hacer esto, te bendeciré, guiaré y dirigiré a un lugar que nunca imaginaste.”
El lugar a donde Dios quería dirigir a Abraham es el lugar donde él quiere llevar a cada miembro del cuerpo de Cristo. Abraham es lo que la Biblia llama un “hombre patrón”, alguien que sirve de ejemplo de cómo se debe caminar delante del Señor. El ejemplo de Abraham nos muestra lo que es requerido de todos los que buscan agradar a Dios.
No se equivoque, Abraham no era un hombre joven cuando Dios lo llamó a hacer este compromiso. Probablemente había puesto ya en marcha planes asegurar el futuro de su familia, así que debió de estar preocupado por muchos asuntos mientras él sopesaba el llamado de Dios. Sin embargo, Abraham “le creyó a Dios; y (Dios) se lo contó por justicia” (Génesis 15:6)
El Apóstol Pablo nos dice que todos los que creen y confían en Cristo son hijos de Abraham. Y así como Abraham, somos contados como justos por que obedecimos al mismo llamado de confiar todos nuestros mañanas en las manos del Señor.